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¿A dónde se ha ido el tiempo?

¿A dónde se ha ido el tiempo?
La publicación titulada Redes sociales y felicidad señala cómo las redes sociales ocupan parte importante del tiempo diario, por sus continuos mecanismos de gratificación inmediata; en ocasiones restándosele este tiempo a vínculos personales, trabajo, conexión real con el mundo y sus experiencias. 

Para algunas personas al menos, lo anterior resulta historia conocida. Y no son solo las redes sociales... también, la posibilidad de instalar aplicaciones de videojuegos, noticias, mensajería, etc., lo que convierte al teléfono celular en una puerta a un universo virtual, con sus efectos positivos y negativos.

Por otro lado, y posiblemente como consecuencia del teletrabajo, parece haber en la sociedad un interés creciente en salir del vínculo de dependencia con el teléfono celular y lograr un mayor control en su uso. Salir de esta dependencia está en nuestras manos (y nunca mejor dicho), ya que si dejáramos el celular de lado, al menos por momentos, sin tenerlo continuamente en la mano o al alcance, seguramente podríamos sentirnos menos esclavizados, y así mejorar nuestro relacionamiento con el otro y con el entorno. 

Chris Bailey, autor del libro “The Productivity Project” y orador en temas de productividad, promueve siete estrategias para evitar que el celular tome el control de tu vida. De acuerdo con un extracto de su libro "Hyperfocus: How to Be More Productive in a World of Distraction" publicado por el autor en el TED-Blog, las siete estrategias serían la siguientes.

1. Poner el celular en modo avión para evitar que las notificaciones que se van acumulando en el celular, interrumpan la concentración al realizar un trabajo o durante una charla valiosa. El modo avión sería más efectivo que silenciar el teléfono, ya que las vibraciones igual nos mantienen alerta.
  
2. Intercambio de teléfonos. Para utilizar, por ejemplo, durante reuniones familiares en las cuales se deba estar pendiente de recibir una determinada comunicación (llamada o mensaje) y donde la respuesta no se pueda posponer para el final de la reunión. El autor propone que otra persona tenga tu teléfono y te avise si el mensaje o la llamada esperada llegan. Puede hacerse un intercambio mutuo en el cual cada uno revise el teléfono del otro, asumiendo que no lograrán distraerse tanto con mensajes ajenos, como con los propios.

3. Centralizar todo lo que sea distracción en otro dispositivo diferente al celular; como por ejemplo, separar redes sociales y aplicaciones de ocio en un iPad.  Por supuesto, dependiendo de la actividad que cada uno realice, lo que considerará importante, (indispensable) o secundario.

4. Revisar el celular y eliminar las aplicaciones en las que ocupas mucho tiempo y/o te distraen (ya sea redes sociales o aplicaciones de noticias u otras), haciendo una limpieza. 

Si tienes más de un dispositivo electrónico, eliminar aplicaciones que estén duplicadas o en varios dispositivos a la vez (computadoras, celulares, iPads). Dejarlas para utilizar solo en algunos; por ejemplo, revisar el correo electrónico solo en la tablet, o eliminar del celular aplicaciones que te lleven a revisarlas de forma compulsiva si también las tienes instaladas en la computadora.

5. Después de esta limpieza de aquellas aplicaciones que consideraste que te distraen y quitan tiempo pero aún así no has eliminado, piensa en colocarlas todas juntas en una única carpeta. Incluso las pantallas de inicio de los celulares, permiten agrupar aplicaciones en carpetas... de esta forma, estarán menos visibles.

6. Resistir conscientemente la tentación de tocar el teléfono cuando estás esperando en la fila del supermercado, caminando hacia la cafetería, en el baño o en situaciones por el estilo, intentando utilizar estos descansos para reflexionar y recargar energías (o simplemente para relajarte).

7. Pensar dos veces antes de agregar un nuevo dispositivo a tu vida utilizando el método de Clayton Christensen, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard que consiste en identificar para qué "trabajos" está "contratando" un dispositivo. Por ejemplo, ¿contratas tu teléfono para que sea un reloj despertador, una cámara, un reloj, un navegador GPS, una consola de videojuegos, una máquina de mensajería y correo electrónico, una tarjeta de embarque, un reproductor de música, un calendario, un mapa y más? Pero a medida que acumulas más dispositivos, tus trabajos pueden volverse redundantes. Antes de agregar uno más a tu vida, pregúntate: "¿para qué trabajos lo estoy contratando, los dispositivos que ya tengo no pueden realizarlo?" Pensar en la electrónica de esta manera, te obligará a considerar por qué los tienes y, quizás aún más importante, te permitirá traerlos a tu vida solo con intención.

A grosso modo entonces, podemos resumir que las estrategias planteadas anteriormente pasan por conocer más y hacer buen uso de las funcionalidades del celular y aplicaciones (modo avión, notificaciones, etc.), y mantener un cierto orden en el celular para tener más control sobre los estímulos que atraen la atención y distraen. 

Y hasta aquí el tema tratado principalmente desde su efecto distractor, que dificulta el poner atención en lo que se está haciendo, pero también está el tema de la calidad de los vínculos, tanto con otras personas, como con la naturaleza, con uno mismo y con las experiencias de vida en general. Algo muy gráfico e ilustrativo: personas que va por la calle mirando el celular, incluso durante viajes de turismo.

Holland Haiis (autora del libro "Consciously Connecting"), en una entrevista brindada a la CNN, plantea cuatro grandes propuestas para lograr una detox del teléfono celular:

- cancelar las notificaciones (o al menos algunas de ellas),

- utilizar el modo avión en vacaciones, celebraciones (y personalmente agregaría: reuniones, cenas, conversaciones importantes),

- elegir un día de la semana libre de dispositivos (tal vez esta sea hoy muy difícil de lograr, ya que muchas actividades se han mudado al ámbito digital... pero al menos, se podrían establecer horas del día libres de conexión),

- apagar el teléfono celular durante la noche. 

Otras modificaciones podrían ser eliminar la última hora de conexión o el estado en línea para aplicaciones de mensajerías y de esta forma, desalentar las comunicaciones a toda hora. Y me permito agregar la importancia de utilizar la llamada para la comunicación urgente, porque la desconexión tampoco es efectiva si nos hace perder la comunicación verdaderamente importante.

Todas estas acciones tienden a romper el círculo de gratificación inmediata que hacen que busquemos estar conectados permanentemente al teléfono celular y superar el desafío de desapegarnos a éste.

No todas las posibilidades anteriores las conocemos bien, incluso a veces ni sabemos que existen y menos, cómo implementarlas; pero para eso Google sigue siendo una fuente útil de respuestas a la pregunta: ¿cómo hago tal o cuál cosa? Resolvemos un problema de desconexión de tecnología con tecnología, para cual necesitamos conexión... ¿paradoja? Y sí, en cierto sentido sí... pero no se trata aquí de no usarla. Y hasta es justo reconocer sus contribuciones positivas: se trata de hacer un uso más consciente, y de mantenernos atentos y vigilantes ante la ausencia de límites en su uso.

Finalmente y no menos importante, ¿qué pasa con lo emocional? Es que además del tema de la distracción, los vínculos, el consumo del tiempo y la dependencia del teléfono celular, hay otro punto que señalar y es el de las emociones que se generan durante la navegación digital. 

La ansiedad a no perderse nada, la desvalorización de la persona frente a las situaciones “perfectas” de los demás son solo algunos ejemplos de emociones displacenteras que pueden aparecer, sin por ello dejar de reconocer que también se despiertan emociones gratificantes, por ejemplo al sentirse acompañado, o ante la alegría de enterarse que a un ser querido le está yendo bien, o ha hecho tal o cual cosa positiva para su vida, etc.

Pero volviendo a lo que genera malestar, para algunas personas, moverse por ciertas redes, es como un mundo emocional que se sacude mientras el cuerpo está sentado relativamente quieto, ya sea en un sillón, acostado en la cama o en situaciones por el estilo. Cabe preguntarnos... ¿a dónde van todas esas emociones?, ¿se disipan fácilmente?, ¿se distribuyen por el cuerpo?, ¿se estancan?, ¿se exteriorizan?, ¿se proyectan?... ¿con qué consecuencias?... ¿sabemos lidiar con ellas?

No lo sé... dejo la pregunta planteada.

Lic. Rosina Bonomi
comunamujer.com

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