El cambio de vida, el miedo al contagio y la afectación en la economía, son los principales factores que despiertan mayor estrés en las personas en este momento. Agregaría que también la incertidumbre de no saber cuándo va a cambiar esta situación y no poder proyectarse claramente a futuro, es un factor extra de preocupación que genera ansiedad.
El hecho de que la cuarentena no sea obligatoria, reduce el nivel de estrés ya que quien decide llevarla adelante no se siente tan controlado, sino que lo hace en forma responsable para no contagiarse ni contagiar a los demás. Aún así, no quiere decir que sea una situación fácil, ya que también inciden muchos otros factores.
La ansiedad es una respuesta adaptativa frente a un peligro real, pero cuando se lleva a su forma extrema, se transforma en pánico, el cual constituye un trastorno donde la persona experimenta mucho malestar. Sentir cierta ansiedad nos lleva a cuidarnos, a ocuparnos de tomar las medidas necesarias y precauciones, para estar bien nosotros y los demás. En cambio el pánico es desadaptativo, nos inmoviliza y paraliza porque el miedo se descontrola.
En el pánico, la persona siente taquicardia, sudoración, opresión en el pecho, sensación de ahogo... piensa que se va a morir, que le va a dar un ataque al corazón o se va a volver loca. Si bien está comprobado que no es algo peligroso, es una experiencia muy desagradable de vivir.
Distintas situaciones
Naturalmente los seres humanos no solemos manejarnos bien frente a las incertidumbres y esto empeora cuando le sumamos un peligro potencial.
En mayor o menor medida, todas las personas vieron afectadas sus vidas. Según los recursos que tienen es cómo lo enfrentan. Recursos desde todo punto de vista: desde salud física y mental previa, posibilidades económicas, edad, compañía o soledad en la que vivan, hasta red de contención social posible. Por eso es que hay disparidad de respuestas en esta situación.
Muchas personas se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad o con otra variedad de problemas que atender. La incertidumbre que les genera el no saber qué les va a pasar si se contagian, las lleva a sentir pánico o síntomas cercanos a él. Sienten comprometida su calidad de vida o postergación de tratamientos de sus otras dolencias, y el no tener certeza de cuánto va a durar esta situación, los inquieta bastante.
Al igual que éstas, muchas otras situaciones más. Familias que se les complica mucho llevar adelante el trabajo a distancia con sus hijos en la casa... otras que perdieron el trabajo y no tienen cómo pagar su alquiler, cómo alimentarse y tienen que acogerse a algún sistema de ayuda.
El miedo a salir de casa
La salud mental juega un papel por demás importante para enfrentar esta adversidad, ya que incluso en circunstancias similares hay reacciones únicas en cada persona.
Dentro de los trastornos que trae aparejado todo esto, se encuentra el temor a salir de la casa.
Hay situaciones en las cuales es inevitable salir ya sea a comprar alimentos, sacar al perro, salir a trabajar u otras razones de mayor consideración. En algunos casos, el tener que hacerlo genera mucha angustia y la persona se atemoriza de forma extrema, pensando que se va a contagiar por más precauciones que tome. El pensamiento no siempre se queda aquí, sino que en muchos casos, se va al extremo de adelantar que ya se contagió y se va a morir.
Estas creencias llevan a una angustia extrema de algo que solamente es una posibilidad dentro de varias otras que son muchísimo más probables y auspiciosas. Con este tipo de pensamientos, se enfrenta la situación presente con una carga de estrés elevadísima. Cada individuo que se cruza lo siente como un potencial enemigo que le puede traer el virus. Cada superficie que toca es como pisar campo minado. Y así sucesivamente. Cuando vuelve a la casa, es tanta la preocupación de sacarse todo y eliminar cualquier rastro de contacto con el exterior, que implica un estrés extra. Todo esto hace que no quiera volver a salir más y comienza a perder la real perspectiva de que una cosa es cuidarse y otra, obsesionarse.
Este tipo de vivencias genera una percepción negativa, de no poder controlar lo que sucede. Este sentimiento no es algo a corto plazo sino sostenido en el tiempo, lo cual hace que la persona esté con un estrés constante. Si el individuo ya tenía predisposición a algún trastorno de ansiedad, se puede incrementar más con este dilema... o se pueden despertar nuevos, que antes no se habían manifestado.
El miedo a salir de la casa no es una agorafobia como las que diagnosticábamos antes, ya que la agorafobia se da en personas que tienen historial previo de ataques de pánico y temen que les sobrevenga uno fuera de su casa y no cuenten con nadie que los ayude. Es por eso que no salen, temen a sus propios síntomas. Ahora es diferente: la persona no teme a sus síntomas de ansiedad, sino a agarrar un virus: el afuera lo vive como peligroso por este motivo; pero además, también siente que ella misma lo puede traer a su casa al salir. Es como un enemigo difícil porque no se puede ver, puede estar en cualquier parte. Esto genera mucho más nerviosismo e inseguridad, porque siente que no hay un lugar seguro.
En los pacientes que tienen TOC (trastorno obsesivo compulsivo), se ve incrementado también el ritual de lavarse las manos. Antes temían estar contaminados y se lavaban frecuentemente y esto ahora parece una pesadilla hecha realidad, lo que lleva a justificar más el hecho de hacerlo "n" veces más.
La fobia social es otro de los trastornos de ansiedad, que en este caso es distinta a la anterior definición de este trastorno, ya que originalmente esta fobia se da en aquellas personas que no socializan porque temen a la evaluación ajena, en el sentido de que los desaprueben. Ahora no socializan por otro motivo: porque ven al otro como un potencial peligro al contagio. No se acercan porque todos son posibles portadores del virus.
Si bien es esperable que todo esto suceda, lo que no sabemos es qué va a pasar cuando el día de mañana estas medidas se flexibilicen.
Si las personas podrán o no volver a comportarse normalmente, o se va a generalizar el comportamiento más allá de cuando sea necesario y va a quedar instalada esta conducta, pasando a ser fóbica: porque lo que define a una fobia es un temor irracional y la evitación de la situación de miedo.
Todas estas situaciones nos llevan a estar atentos de poder prevenir que esto pase lo menos posible.
¿Cómo hacemos esto? Primero no pensar que porque algo puede pasar, indefectiblemente va a suceder. Cuando escuchamos en las noticias todos los fallecimientos por coronavirus, no podemos sugestionarnos al punto de pensar que vamos a morirnos indefectiblemente, cuando la realidad es que vemos que el porcentaje es muy bajo. Nunca pensamos en la posibilidad de morirnos de otras cosas que seguramente son más frecuentes y a las que también nos exponemos diariamente... no vivimos angustiados por esas otras posibilidades.
Estamos haciendo un seguimiento muy estricto de este tipo de enfermedad y nos focalizamos mucho en ella. Por tanto, es necesario no pensar todo el tiempo esto y corregir el pensamiento catastrófico.
No perder los vínculos que tenemos, poder comunicarnos en forma virtual lo más seguido que podamos. No aislarnos socialmente, sino físicamente.
Ejercitarnos en casa... si no tenemos patio o no podemos salir, el ejercicio es fuente de salud tanto física como mental, genera endorfinas y fortalece el sistema inmune.
Tratar de ver esta situación como temporal, no para toda la vida. Esto hace que podamos adaptarnos mejor y estar positivos. Debemos tomar como un reto, la adaptación provisoria a estas medidas que tenemos que asumir en estos tiempos: el usar tapabocas, mantener distancia física, normas de higiene, usar tecnología para trabajar o comunicarse, etc.
Pensar que adquirimos conocimiento de todo esto tan nuevo para nosotros. Más allá de no elegirlo, poder sacar beneficio de lo que nos toca pasar. Seguramente también haya una revalorización de muchas prioridades en nuestras vidas, un "parate" que nos deja tiempo para pensar y reflexionar sobre aquello que queramos cambiar de ahora en más: el valor de los afectos, de las personas que queremos, quienes nos cuidan...
Sacar lo mejor de cada uno para sobrellevar lo mejor posible este momento; cada gesto que se recibe y que se da es un acto de amor hacia el otro, de cuidado. Si todos sumamos en esto, seguramente se nos haga mucho más llevadero.
Un aporte de:
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Cel.: 099 18 39 50