Coincidían en los mismos lugares y con la misma gente. La vida los llenaba de encuentros y no cesaba de ponerles encrucijada tra encrucidajda, teniendo que decidir, una y otra vez, qué hacer; ceder ante las diferencias o ante la atracción.
Cansados decidieron hacer un pacto, ambos borrarían el uno al otro de su existencia y disolverían la tensión que se generaba entre ellos. ¡Qué poco sabían de la vida! ¡Qué poco sabían de la atracción! Empujarse a la separación, solo haría crecer la fuerza que les unía.
Al principio, la ilusión de estar separados parecía dar resultado. Vivían normalmente, casi sin saber nada el uno del otro pero cometían los mismos errores una y otra vez, presos él de los prejuicios, y ella de la soberbia, los atisbos de felicidad que lograban atrapar entre las manos, se desvanecían rápidamente.
Cansados de este juego sin sentido, abandonaron toda expectativa, toda búsqueda, todo interés y ambos se sumieron, sin saberlo, en un silencio cada vez más profundo.
Una sola opción parecía posible volver a encontrarse.
No planearon el encuentro. Sabían que bastaba con ser honestos consigo mismos y aceptar que se habíamos enamorado. La vida misma se encargaría de organizarlo. Y así fue.
Y una vez más fueron uno durante ese rato que estuvieron juntos sabiendo que se acercaban a la felicidad verdadera. Nada de lo que vivían se parecía a las sensaciones efímeras que habían experimentado antes.
Pero un día la encrucijada volvió a tocar a la puerta. Los momentos de gozo y éxtasis se trasformaron en una conversación mundana que cambiaría el rumbo de todo.
Él había decidido, sin consultarla, que ella quería un compromiso, - Porque las mujeres es lo que quieren. Pero se llevó una sorpresa. La misma que se llevó ella, cuando él rechazó, en ese mismo instante, el amor que ella le propiciaba. - ¿Quién podría rechazarlo?, ¿quién podría rechazarla?
Y fue así que él cedió nuevamente a sus prejuicios y ella al orgullo, y la rueda de la vida los volvía a colocar en el mismo lugar o al menos, eso parecía.
Pero esta vez algo era diferente, mientras todo esto sucedía ambos se observaban el uno al otro, cual imagen en el espejo, como un mismo objeto que se separa en dos formas, y esto lo cambiaría todo. De ese encuentro salieron nuevos, limpio, listos para comenzar de nuevo y dejaron atrás prejuicios y orgullo, atrapados en el espejo.