Cada 21 de marzo, los padres, familiares y amigos de hijos con síndrome de Down, celebramos las tres copias del cromosoma 21, lo que se refleja en esta fecha amiga que representan esos números 03/21.
Como madre de una niña con síndrome de Down, puedo compartir que cuando somos informados de que nuestro hijo ha nacido con esta condición, difícilmente se puede celebrar, ya que el primer instinto es tomar acción inmediata para encontrar los recursos y la información necesaria para darle a ese hijo, todo lo necesario para alcanzar el máximo de sus capacidades.
Sin embargo, con el paso de los meses, llega la aceptación íntegra del hijo aquel, en sus limitaciones y sus habilidades únicas. Se hacen a un lado los mitos que nos protegieron en primera instancia y se comprende que ese hijo no es diferente a nadie: es sencillamente único siendo él mismo. No son ángeles, no son enfermos, no son indefensos, tampoco ciudadanos de tercera, ni pobres criaturas que caminan por la vida buscando la excepción... son personas íntegras, completas y perfectas; así como tú, así como yo.
En lo personal, tengo un millón de razones para celebrar este día. No celebro al síndrome de Down, ya que no tiene nada de especial por sí mismo; pero sí celebro a mi hija como tal. La amo, la admiro y estoy aprendiendo tanto de ella, como ella va a ir aprendido de mí.