Llámalo como quieras: pereza, desidia, desmotivación, ociosidad… puede que tu problema no sea este, sino que simplemente estés tan abrumado y sobrecargado, que el panorama te paraliza. Pero al final, sea lo que sea, el resultado es siempre el mismo: inmovilidad ante las tareas pendientes.
El resultado de esta pereza, de no hacer eso que tenemos que hacer o hacerlo con desgano, tiene consecuencias directas sobre nuestra calidad de vida. Además, el sentimiento de culpa, afecta a nuestra autoestima.
Todos conocemos esta sensación en multitud de acepciones, aunque no siempre sabemos identificarlas bien y las agrupamos todas en el mismo saco. En el fondo, las estrategias para superar la situación, independientemente de lo que haya detrás, son las mismas.
Vencer la pereza es bastante más fácil de lo que puede parecer: solo hace falta tomar la decisión de hacerlo y poner en práctica algunas sencillas estrategias.