Estamos acostumbradas a escuchar que los hombres tienen amantes y a analizar desde la perspectiva de que es la mujer la engañada. Pero ¿qué sucede cuando la amante eres tú, cuando te involucras con alguien casado o en pareja? Hay distintas realidades sobre estas situaciones.
Primeramente mencionar que un amante no es solo un mero encuentro sexual. En la relación con un amante están involucrados sentimientos fuertes, duraderos... no es lo mismo que una relación que involucre solo encuentros sexuales. Estas últimas son relaciones con menos sentimientos involucrados y suelen ser menos duraderas. A veces las personas sienten atracción por esa adrenalina de vivir en el límite, por la transgresión. En esos casos, son más vulnerables a caer en ese tipo de situaciones de aventura.
La relación con un amante, es frecuente que se dé, por ejemplo, en los lugares de trabajo, o en cualquier otro ámbito que se frecuente con asiduidad o donde se compartan intereses, se pasen muchas horas con otra persona (a veces más que con la pareja). Se van formando vínculos de confianza y atracción, que muchas veces se pueden ir de control: el contarse todo, compartir muchas anécdotas, almuerzos, retos laborales... se sienten equipo y la naturaleza hace lo suyo.
Hay personas que por educación de su familia, o del entorno en el que creció o por razones religiosas, no ve este tipo de relaciones como algo posible. Asumen que no está bien y no se lo permitirían por más atraídas o enamoradas que estén. Otras personas en cambio, lo ven como una opción, con diferentes grados de culpa.
No se puede decidir sobre lo que se siente cuando se conoce a otra persona, solo podemos decidir sobre lo que hacemos con lo que se siente, o sea, nuestra conducta. Aquí habrá personas con voluntad más férrea que otras, relacionado a las creencias que trae al respecto, como mencioné anteriormente, o con mejores vínculos de pareja que no desean arriesgar... y también con conceptos distintos acerca de lo que se piensa acerca de este tipo de vínculos y su conveniencia o no.
A veces la mujer que entra en una relación de este tipo, puede ser de las personas que tienen temor al compromiso y se involucran con personas que ya tienen pareja, porque saben que no van a ir más lejos... y deciden consciente o inconscientemente apostar a este tipo de relación. Otras en cambio, se involucran de forma mucho más romántica y lo esperan todo. Tal vez se sienten con sus amantes, como nunca antes con su pareja.
Sueñan con que sus amantes dejarán la pareja para estar con ellas, aunque esto no es probable que pase, al menos estadísticamente, no es lo más frecuente. Se sabe que es muy bajo el porcentaje de hombres que se separa y se queda con su amante (si bien hay casos en que sí lo hacen, aunque son los menos). ¿Por qué se da esto? Porque es el tipo de vínculo establecido con la otra persona desde el inicio. Salir de este tipo de vínculo significaría el fin del romance. Pasaría a ser, con el tiempo, más de lo que ya tiene y no le satisface. Si bien fantasea con tener a esa persona más a su lado, también piensa que pasar a poner a su amante en el lugar de esposa, puede acarrearle que en poco tiempo tenga que renunciar a esa adrenalina y emoción que lo unía. No es un tipo de amor con futuro.
La quiere a su amante en ese lugar ideal... sin responsabilidades que compartir, solo momentos gratos. Son relaciones que en su mayoría, tienen un fin con el tiempo. No duran porque no se tienen proyectos en común de vida ni futuro y muchas veces, ni comparten espacios que no sean los idílicos de sus encuentros amorosos.
Y la novedad se termina, el “amor emoción” dura entre dos meses y dos años. Pasado ese tiempo, en general, se aburren y dejan la relación porque no hay mucho más que la sostenga.
Otras personas lo toman diferente y lo ven como relación que complementa a su pareja. Esto sucede en aquellos matrimonios que no se sostienen por amor, sino por otro tipo de razones, como los hijos, economía, proyectos compartidos de familia, amistades, etc. Estos son los casos que un amante “sostiene” un matrimonio. El problema es que muchas veces, las relaciones pueden irse de las manos o de los planes iniciales. El sentimiento puede ganar a la razón y alguna de las partes comienza a sufrir. Se generan emociones contradictorias, ambivalencias, culpas.
Es muy difícil que las relaciones triangulares salgan airosas. Alguna de las partes sufre y a menudo, todas. La persona engañada en algún punto lo puede percibir, en general, siente que la pareja se muestra indiferente, fría, con menos paciencia, le critica más, tolera todo mucho menos... la paciencia desaparece, porque tiene otras perspectivas en el afuera. Los amantes a su vez, sufren por la imposibilidad de estar uno con el otro, se irritan, se frustran, hacen locuras para verse, no siempre sin consecuencias.
El hombre que tiene esposa y amante, siente culpa con la esposa y sufre también por esto y por no poder actuar libremente para ver a su amante. Esta mezcla de fantasía con prohibición, a veces hace más fuerte el vínculo de amante, porque se viven del mismo lado, con el mismo deseo. A la pareja la viven como el obstáculo para poder estar juntos, por más que ellos mismos lo hayan decidido.
El hombre se descarga con su amante contándole del mal vínculo que tiene con su pareja. La amante se pone de su lado, lo entiende. Eso hace que la percepción de ella sea positiva.
En general, la mujer que es amante de un hombre casado o en pareja, no es empática con la esposa de su amante, le cuesta verla de una manera objetiva, la ve solamente como su rival.
El hombre se debate entre dos frentes, piensa que se casó enamorado y ahora le pasa esto. Está estropeando su matrimonio y no sabe si es lo correcto, si no le pasará lo mismo con su amante. Se llena de dudas, si seguir o separarse, o dejar todo y no quedarse en ningún lugar.
Muchas veces es un camino sin retorno... no sabe qué decisión tomar. Y no son en vano esas dudas, es real que probablemente se termine la relación cuando se quede con su amante, porque eso es parte del amor maduro y no del enamoramiento que siente ahora por ella.
Otro tipo de relaciones de amante que he visto, es el de quienes aceptan que el otro esté casado o en pareja y no esperan en un principio que se separe. Pueden estar mucho tiempo así, pero este tipo de relaciones que empieza así, a veces puede darse vuelta con el tiempo y comenzar a desear más porque incorporan de a poco al otro en su vida, y empiezan a temer perderlo. Y ahí comienzan a presionar al amante... que elija.
Un aspecto que siempre aparece, es de quién es la culpa. Decir que es culpa de alguien es muy difícil. Nadie parecería querer hacer daño al otro... no es a propósito, muchas veces es “a pesar de”.
Es cierto que hay personas que sienten que no hicieron nada para estar inmersas en esta situación (en este caso, tal vez la engañada). Pero sin duda, para que pase esto, su pareja no sería tan sólida como creía.
A veces sería bueno pensar si sería este el tipo de relación que queremos: no sirve de mucho echar la culpa a otros, sino pensar en qué es lo que tenemos y si eso es lo que queremos. Porque esa tercera en discordia es circunstancial, no el problema de fondo. Nadie destruye a una pareja sólida: cuando alguien entra en ese vínculo, es porque ya estaba mal o había espacio para alguien más en esa relación... algún hueco quedaba. En todo caso, esa tercera persona lo desencadena.
Y si sentía que no era así, con más razón todavía, es darse cuenta que quien es su pareja no considera que la fidelidad es algo imprescindible en la relación. Y en ese momento decidir qué es lo que desea: si perdonar y seguir adelante, o apartarse.
A veces se preguntan si se pueden amar a dos personas. La verdad es que se pueden querer a dos personas, pero no se puede tener el mismo tipo de vínculo con las dos personas. Y está en cada uno el tomar la decisión que entienda es la pertinente a su caso.
Los estereotipos no sirven: cada persona y cada caso es único, y como tal debe resolverse. Si estás en algún momento en una relación de este tipo, trata de mirarla en perspectiva y ver si es lo que quieres para tu vida. Y no olvides que hoy puedes estar en un lado y mañana, del otro. Hay personas y también relaciones que son más o menos vulnerables. El resto lo decides tú.
Ps. Silvia Cardozo
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