Es común que los hermanos se peleen... sin duda, es una relación entre niños que compiten todo el tiempo por la atención y cariño de sus padres y esto no es eventual, sino en forma permanente. A veces suelen tener comportamientos realmente muy violentos... comportamientos que por ejemplo, no los tendrían con compañeros del colegio (como ser patear, empujar, pegar o romper cosas del otro, que es algo común de escuchar que suceda en estos casos).
Si hacemos un poco de historia, desde Caín y Abel, ya en los relatos de la Biblia, había casos extremos de llegar a matar uno al otro. Sin duda, no podemos pensar que todos los hermanos que se pelean van a terminar en esa situación ni mucho menos, sino que dichas peleas van desde "esporádicas" (las que con el tiempo y maduración van siendo menos frecuentes), pasando por peleas "frecuentes" (que se dan a menudo, pero sin pasar a mayores), hasta peleas "permanentes" (siendo la única forma que tienen de vincularse). Pero también, cabe aclarar que existen los hermanos que prácticamente no se pelean nunca.
¿Qué es lo que sucede con esto cuando van creciendo? Algunos resuelven sus problemas con la maduración y llegan a ser grandes hermanos y amigos; otros siguen en ese modo “rival” toda su vida, solo que disimulando mejor porque son ya adultos; y otros, que se desvinculan por completo de su hermano.
¿De qué depende esto? Sin duda que no depende tanto de si se peleaban mucho o poco, sino más bien del manejo que hayan hecho sus padres de estas situaciones y del compromiso afectivo que hayan podido cultivar entre ellos, más allá de las peleas.
Es común escuchar que hermanos que se pelean entre ellos, ante los demás se defienden a muerte... o sea que allí, prima un sentimiento más fuerte que la competitividad.
No debemos perder de vista que la forma de vincularse de los niños, también va a estar influida por la forma de vincularse los padres. Si se crece en un hogar con violencia, sin duda esos niños van a comportarse por imitación, de igual forma. Recordar siempre que el “comportamiento imitativo”, es una de las formas de aprendizaje que más fuertemente queda grabado, cuando los modelos a imitar son justamente los padres.
Otro factor a tener en cuenta, es que muchas veces esas peleas son llamados de atención sobre otras cosas. Por ejemplo, si un niño empieza a pelear más de lo frecuente, debemos buscar si no hay alguna causa de fondo, como la tristeza o incluso, la depresión... o si en la familia o el colegio, puedan estarse dando situaciones que lo estén afectando y el niño esté volcando su frustración o dolor en esas peleas.
¿Qué es lo que deben hacer los padres cuando sus hijos se pelean? Como dije anteriormente, primero mirar si es una manifestación más de cómo se han peleado siempre o si está siendo más frecuente, para ahí tratar de detectar si hay algún problema.
Si es una pelea dentro de los motivos de siempre, pueden tener dos actitudes: una, es no prestar atención (pero esto siempre va a depender de la edad y gravedad de la pelea, ya que a veces son verdaderas tonterías, a las que es mejor no prestar atención para no reforzarlas) y la otra, es brindarles herramientas de cómo resolver conflictos, lo cual es una alternativa muy útil porque les servirá como ensayo para resolver otras situaciones sociales que seguramente vivirán más adelante. Es bueno cuando se les van a enseñar estrategias, el ponerle ejemplos de situaciones similares a las suyas y ayudarlos a encontrar la solución de forma asertiva. Luego, tratar de que la apliquen en sus propios conflictos.
La idea es enseñarles a negociar y tratar de no tomar partido en los problemas (dentro de lo posible), sino el darle las estrategias para resolverlos entre ellos. Fijarse siempre si los roles se alternan, en el sentido que no haya siempre uno de los hermanos que sea la víctima de la situación y sobre todo, si después de la pelea hay una fácil reconciliación entre ellos.
Contemplado esto, no hay que darle mayor trascendencia a las peleas, siempre y cuando no pasen de simples incidentes verbales como discusiones o situaciones menores. Lo que sí tiene que ser muy claro para ellos, es que los padres no permitan peleas violentas en donde puedan lastimarse.
Recordar que los padres son los trasmisores de los límites, de la tolerancia y del respeto. Si hay comunicación entre ellos y a su vez entre ellos y sus hijos, no va a haber dificultad en ir resolviendo gradualmente este tipo de enfrentamientos entre los hermanos, actuando asertivamente.
Los padres no deben perder la calma, porque si no, estarían trasmitiendo un mensaje ambiguo o contradictorio. Si les decimos que no es buena la violencia de ningún tipo y les gritamos o pegamos cuando se portan mal, entonces no estamos siendo coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Darnos cuenta que también los estamos preparando para manejar sus problemas con el afuera y que nosotros, sus padres, no vamos a estar presentes en esas ocasiones, por eso ellos tienen que adueñarse de estrategias de diálogo y negociación frente a los conflictos.
Tratar también que los hermanos se acompañen en actividades placenteras, para reforzar el sentimiento de que pasan bien estando juntos y lo mismo, en responsabilidades compartidas, para que puedan vivirse también como buenos aliados.
En general, con paciencia y tolerancia se llega a buen puerto en la tarea de educar a los hijos. Es trasmitir en forma adecuada, aquello que queremos inculcar para su vida.
El resto, la vida misma se encargará que esto les sea más fácil o más difícil, pero si les pudimos inculcar las herramientas adecuadas, es mucho más probable que finalmente, salgan airosos.
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Mail: ensil@adinet.com.uy