Retomo otro de los objetivos que mencionan los padres, cuando les pregunto sobre lo que desean para sus hijos: “que mi hijo tenga todo lo que yo no tuve”. Yo les pregunto…
"¿dónde está escrito que esto lo hará feliz? "
"Además veo que usted tiene la capacidad de querer lo mejor para sus hijos... capacidad que nació de la carencia,
pero esas cosas que no tuvo, hoy por hoy, lo convirtieron en quien es... que usted sabe el valor de las cosas e intenta ser un buen padre."
¡Atención! La idea no es no dar a nuestros hijos, sino
dar en su justa medida... que se lo ganen,
que no todo venga "de arriba"; sino estos mismos
niños, son lo que crecen luego pensando que la vida tiene que ser fácil y tener las cosas cuando las quieren, generando así una muy baja tolerancia a la frustración. Son los que luego copian en los exámenes o abandonan la facultad porque han perdido un exámen, por ejemplo. Otro error que cometemos los padres y lo hacemos con mucho amor,
es evitar lo más posible que estos niños se frustren... cuando
si se frustran de niños, cuando sean adultos sabrán que esto pasa, que no es el fin de mundo, que pueden estar apesadumbrados, pero no deprimidos, que pueden volver a intentarlo y en casos de pérdidas, aprender desde chicos a aceptarlas. Por ejemplo, si muere una mascota, la idea no es ir corriendo a remplazarla para que no se dé cuenta o que no sufra. Primero, porque subestimamos al niño. Segundo, porque hubo una pérdida y la buena resolución de la misma, servirá como base para pérdidas futuras que son parte de la vida. Si no, el día mañana sufrirán mucho más y se sentirán traicionados.
Es cierto y sabido que vivimos en un mundo competitivo, pero no lo convirtamos nosotros en una competencia constante. Deje que su
hijo disfrute lo que hace,
no importa si él es el mejor... ¡es su hijo amado! Cuando el hijo asiste a una actividad como puede ser jugar al fútbol, tocar el piano u otras actividades similares, al principio las disfruta hasta que el padre/madre empieza a criticar, destruyendo su estima. Tal vez no sea el mejor futbolista o pianista. ¡Deje que disfrute la actividad! No se logra nada presionando, gritando.
Sólo hacerlo sentir mal y hasta que tal vez odie algo que tanto le gusta. Estimule la competitividad consigo mismo, pero no la competencia con los otros. No pregunte: "¿ganaron?" Pregunte: "¿te divertiste? ¡qué bueno!"
Si tiene las condiciones y usted lo alienta de manera correcta, llegará muy lejos... si las tiene pero usted le grita y lo presiona: odiará lo que hace.
Si no tiene las condiciones pero disfruta... ¡genial! Eso hará de su hijo una persona feliz y de usted, un padre orgulloso. Revisen su historia: ellos no tienen por qué hacer lo que ustedes no pudieron, simplemente porque sus intereses son otros. Sean y seamos felices por tal cómo somos. Viviana Vaisenberg Terapeuta Cognitiva Comportamental
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