La manipulación mental, está asociada a la toma de control del comportamiento de un individuo o de un grupo, mediante técnicas de persuasión o de presión psicológica. El manipulador intenta eliminar el juicio crítico de la persona, distorsionando su capacidad reflexiva.
La manipulación puede desarrollarse en cualquier tipo de ámbito y relación. A través de diversas técnicas, el manipulador logra influir en las acciones, el pensamiento y las emociones del sujeto.
Existen relaciones de manipulación en el seno de las familias (padre-hijo, madre-hijo, marido-mujer, etc.), pero también en contextos mucho más amplios como la amistad, compañerismo, líderes religiosos, políticos, etc.
¿Cuál es el indicador de que alguien nos quiere manipular? Cuando estamos haciendo algo que no queremos hacer, pero que sentimos que debemos hacerlo porque la otra persona lo pide; y si no, nos sentimos culpables. El poner límites a este tipo de personas, es lo más sano para poder ser libres en nuestro accionar.
Es muy común que el manipulador sea una persona que tiene cierto poder sobre nosotros, ya que si no, es más probable que no ejerza su influencia en nosotros... pero existen personas que son tan hábilmente manipuladoras, que aunque no las conozcamos, pueden manipularnos igual. En general, no son fáciles de detectar al principio; pero debemos darnos cuenta o terminaremos siendo sus víctimas.
Por ejemplo, si alguien nos pide un favor y no podemos hacerlo, el manipulador se encargará de hacernos sentir culpables, porque según sus parámetros, “deberíamos haberlo hecho”. ¿Qué tan lejos puede ir? Este comportamiento va desde formas sutiles de hacernos sentir culpables, a otras mucho más rebuscadas... depende de la capacidad de quien manipula y de quien es manipulado.
Muchos ejemplos de manipulación, son fáciles de detectar. Por ejemplo, cuando el manipulador suele elogiar y halagar a quien pretende manipular, con el deseo de así conseguir lo que desea obtener:
- “Tú que eres tan bueno, ¿me ayudarías con x cosa?” (mensaje que implica que si no lo hace, deja de ser bueno).
O al revés: usar la opción de que si no lo hace, está actuando mal...
- “Serias un desalmado, si justo ahora me quitas tu apoyo” (el manipulador apunta a obtener lo que desea, intentando hacer creer al otro que si lo deja de hacer, pasa a ser una mala persona).
- “Antes solías hacer tal cosa que me gustaba tanto... ¡me hacía tan feliz!… ¡qué pena que no lo haces más!” (apunta a que el otro se sienta culpable, por no hacer lo que quiere, haciéndole creer que la responsabilidad por de su felicidad está en manos de quien intenta manipular).
- “Si no me escribes hoy, es porque no me quieres” (esto es un intento de que la otra persona realice la conducta que el manipulador desea, mediante una premisa que solo es del manipulador).
Hay algunas creencias, que obstaculizan que las personas puedan ser asertivas y que eviten ser manipuladas. Albert Ellis las sistematiza.