Aportes desde la Neurociencia…
Tradicionalmente, la educación formal ha enfatizado en el desarrollo cognitivo - intelectual - en detrimento del reconocimiento y desarrollo del Coeficiente Emocional (C.E).
Fue recientemente, en la década de los noventa: “década del cerebro”, que sucedieron grandes transformaciones en lo que respecta al estudio del C.E. Mediante el desarrollo de tecnologías (escáner de resonancia magnética, etcétera), se ha podido estudiar al cerebro cuando está pensando. Es así que se ha evidenciado que nuestro cerebro tiene la capacidad de cambiar con cada pensamiento que tenemos.
Por este motivo nuestra inteligencia emocional (e Intelectual), depende de los aprendizajes que hayamos acumulando durante nuestra vida, lo que se refleja en nuestro cerebro mediante la cantidad de redes neuronales consolidadas. Por este motivo es que Bisquerra, R. afirma que somos “arquitectos de nuestro propio cerebro”.
Llaves maestras…
Para desarrollar al niño tanto desde su parte intelectual como emocional, es de esencial importancia crear un clima “resonante” es decir, un espacio en el cual el niño se sienta seguro para dar lo mejor de sí.
Esto se puede lograr desde la ambientación del salón, el uso de colores, carteleras e involucrando a los niños en la confección de espacios.
Otras actividades que contribuyen a la creación de este clima resonante son:
Institucionalizar las emociones (furia, alegría, tristeza, calma, miedo). Brindar a los niños las herramientas para que logren “poner en palabras” aquello que sienten y nombren correctamente la emoción que experimentan.
Medir emociones y argumentar el porqué de ellas. Crear un “emocionómetro” que permita “medir” qué emoción es la más experimentada. Analizar los resultados mediante la creación de gráficas y reflexión sobre ellas.
Generar empatía a partir de lo que sentimos, tolerar lo que siente el otro, brindar apoyo y consejos.
Crear estrategias para resolución de conflictos internos como ser bollones de la calma, propuestas de plásticas, moldeado en barro, títeres, creación de cuentos, expresión musical, entre otras actividades.
Lectura expresiva de cuentos potenciando el reconocimiento de lo que sienten los personajes.
Brindar la posibilidad de registrar a través de la escritura diaria cómo se sienten y por qué.