Según cuenta la leyenda, cuando Siddartha Gautama, Buda, estaba listo para emprender su última jornada hacia la vida espiritual, allá por el siglo XI antes de Cristo, se propuso reunir a todos los animales de la Tierra para hacer testimonio de su última voluntad. Para sorpresa suya, tan sólo doce de ellos acudieron a su llamada y lo hicieron en el siguiente orden: primero llegó la Rata y después le siguieron el Buey, el Tigre, el Conejo, el Dragón, la Serpiente, el Caballo, la Oveja, el Mono, el Gallo, el Perro y por último, el Cerdo. Buda, como agradecimiento, convirtió a estos doce animales en los doce símbolos del zodiaco chino.
De esta manera, cada animal gobernaría durante un año y todos los individuos que nacieran en ese período, tendrían características similares, aunque no idénticas porque cada ser humano es único, debido a tres factores fundamentales: la hora de nacimiento o ascendente, el yin y el yang (fuerzas opuestas en el universo) y los cinco elementos primarios, a los que hace alusión la sabiduría china: Agua (regida por Mercurio), Metal (regido por Venus), Fuego (regido por Marte), Madera (regida por Júpiter) y Tierra (regida por Saturno).
Según la astrología china, el Gallo de Fuego va a potenciar la conciencia del esfuerzo, el trabajo bien hecho, la legalidad, el trabajo duro, y va a empujar para que todo se dé y todo evolucione positivamente de la mejor manera.
Iván Trujillo