Decía Epicteto en su “Manual para la vida”, que a menudo las personas nos empeñamos en querer que la vida se ajuste a nuestros deseos. Es un empeño casi infantil y por imposible, capaz de generar una elevada frustración. De ahí que quien fuera el estoico más representativo de su época nos recomendara que aprendiéramos, simplemente, a desear las cosas tal y como son.
El arte de estar bien con uno mismo es, por tanto, la práctica de la aceptación. Ahora bien, aceptación no es sinónimo de pasividad ni de resignación. El truco, en realidad, es más fácil de lo que parece y requiere que invirtamos nuestros esfuerzos en una serie de logros.
• Acepta el lado negativo de las cosas tan pronto como sucedan, para tener la oportunidad de tomar el control y generar cambios. Por ejemplo, es esencial que seamos capaces de percibir rápidamente nuestros pensamientos limitantes y negativos, antes de que estos consigan dominar nuestra mente y nuestros enfoques por completo.
• Acepta lo que eres, acepta tu historia pasada y presente… acepta a esa persona que cada día se refleja en tu espejo con sus virtudes y sus defectos e intenta validarte sin necesidad de esperar a que los demás lo hagan por ti.
Estar bien con uno mismo, implica saber practicar un tipo de aceptación donde tenemos un control activo sobre nuestros pensamientos. Puede que lo que nos rodee e incluso las personas que forman parte de nuestro contexto más próximo, no actúen siempre como deseamos. Sin embargo, nada de eso debe exasperarnos, porque si hay calma en el interior, si hay amor propio y equilibrio, no hay nube que apague el sol que llevamos dentro.