Mirando el ocaso lleno de nubes cargadas,
pensando en todo y en nada a la vez.
Pensando en los que ya no están,
en los que se fueron antes,
en los que comparten mi dolor,
en los que viven el dolor junto a mi.
¡Me encantaría fluir libremente!
Moverme como las nubes,
con su densidad e impulso.
¡Bailar como las copas de los árboles!
... O como esa palmera, que danza sin parar y no hay clima que la detenga.
¡Quisiera ser como los niños!
Que no temen al dolor y a las caídas.
Que ríen sin parar...
Que van de un juego a otro.
Autora: Valeria Rodríguez
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