Cuando yo era pequeña, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando. Observaba su trabajo desde una posición más baja que donde se sentaba ella.
No entendía el movimiento de sus manos y me quejaba diciéndole que lo que estaba haciendo me parecía muy confuso. Ella sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: “Hija, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado, te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde donde yo lo veo".
Continuaba investigando y me preguntaba por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y otros claros, porque todo me parecía un desorden desde mi altura… pero unos minutos más tarde, escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: “Hija, ven y siéntate en mi regazo. Tengo algo para mostrarte”.
Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer que mi madre había plasmado en un bordado. No podía creer la maravilla que tenía ante mis ojos, cuando unos minutos antes, desde abajo, se veía tan confuso.
Entonces mi mamá me decía: “Hija mía, todo aquello que desde un punto de vista parece confuso, cuando cambias de posición, parece claro, coherente y puede ser que hasta hermoso como el bordado que tienes ante tus ojos. Me gustaría que no olvides esto nunca. Te encontrarás en la vida con muchas personas que hacen cosas que no comprendes, pero cuando cambias tu posición y observas el mundo desde el punto de vista de esas personas, entiendes que todo forma parte de un diseño que no puedes controlar. Yo tenía en mis manos un diseño. Ahora que lo viste desde mi posición, entiendes lo que estaba haciendo”.
Pasaron los años y comprendí aquello que me enseñara mi madre…. La vida era un entramado de hilos de los más variados colores, que tenían un diseño. Por aquella lección que me impartiera en mi infancia, aprendí que dependiendo de mi punto de vista o de mi flexibilidad, podría acaso entender en algo lo que la vida era en sí misma.
¡Gracias Mamá!