No sé si serán los años, pero he bajado el volumen de lo que escucho y he aumentado el de lo que siento.
No sé si serán los años o la madurez de la vida... o el trabajo en mi espiritualidad y consciencia, pero... últimamente tengo los oídos bastante sensibles y no tolero mucho el ruido alto o sostenido... o los murmullos alrededor mío en lugares públicos. O las charlas sin sentido o quejas rutinarias y “chismes” vacíos. Busco mucho más el silencio y en distintos instantes. Últimamente, no tolero que alguien suba el tono de la voz o que me suban la voz... y menos que griten, ni que me griten.
Me inunda el atardecer, el color de las flores, el canto de las aves, el aroma del pasto después de la lluvia, la sonrisa de los niños, las conversaciones profundas, el decir de una mirada, el calor de una mano, el sentir de un abrazo y la pasión del Amor consciente e incondicional.
Me quedo con la compañía verdadera de aquellos que están en mi sintonía: la del amor. Ya no me veo preocupada por qué alguien deja de hablarme o alguien ya no me quiere en su vida.
Es su vida y es su espacio, por lo tanto respeto la decisión... de todas maneras, si ya no me desea cerca, no creo que tenga mucho para aportarme. Al final son elecciones y está bien.
Y entendí que es muy liberador y armonizador, ir armando tus espacios con gente que no tiene rollos, ni se hace conflicto si no quieres salir o tienes un período en donde estás más para adentro... donde transitas etapas en que solamente deseas estar con algunos o simplemente contigo.
Es tan liberador el no hacer “cualquier movida” con tal de que el otro no se enoje, con tal de que el otro “no se vaya a sentir”... y que ya no voy a lugares si no tengo ganas, y no hablo si no lo siento.
Finalmente hoy tengo la certeza que todo lo que pasa con el otro, tiene que ver con su capacidad de hacerse cargo y si por alguna razón yo me equivoco, tengo la humildad y capacidad de pedir disculpas. Ya no se trata de aguantar cualquier cosa: si te hace ruido, no está bueno sostener y sostener.
No sé si serán los años, sin embargo ya no me veo contestando cada insulto que me dan. Simplemente he aprendido que el insulto no es para mí, sino que refleja a la persona que me lo está dando... y se lo da a sí misma.
Ya no busco el poseer, no me interesa el “tener”... hoy busco el disfrutar, hoy busco el simplemente ¡SER!
Hoy, no sé si serán los años, sin embargo ya no me veo caminando por la vida sin luz, sin Dios, sin magia, sin amor incondicional. Ya no me veo pensando que Dios está afuera de mí, que me castigará si hago algo “malo” y que el cosmos es algo lejano que nunca conoceré.
Hoy, ya no me veo como me veía hace unos días, semanas, meses o años... y es que decidí que cada día era necesario evolucionar y que cada día podía usar mi varita mágica para obtener lo que me hace feliz, porque finalmente, ya pasó el tiempo de tolerar menos de lo que merezco.
No sé si serán los años... pero empiezo a ver la vida, tan bella como realmente es y he decidido crear un mundo maravilloso, como simplemente es: ¡lo que merezco!
Finalmente ya me he enfermado mucho en esta vida por tener que aguantar lo que no quería, por dejar de escuchar a mi corazón y por poner al otro por sobre mi. Claramente hoy digo: ¡HOY ME ELIJO A MI!
Aunque lamentablemente para algunos y bendecidamente para otros, siguen en el Cosmos las energías fuertemente en transición, y la potencia y transformación energética no cesa... y ya no cesará. Ya padecimos suficientes sometimientos, maltratos, abusos de poder y oscuridad reinante en este plano. Todo se está acomodando, procesando y TRANSFORMANDO.