Es difícil conocer en qué medida influyen los medios de comunicación social, en la elección de alimentos para los adolescentes… aunque los resultados finales son bien elocuentes.
El sector de la alimentación, con miles de marcas anunciadas en TV, es el que más gasta en publicidad. Esta, favorece la difusión y el conocimiento de nuevos alimentos. No hay más que mencionar como ejemplos, la introducción del yogurt, refrescos, cereales para el desayuno, productos preparados, postres… a través de la pequeña pantalla, los anunciantes han puesto de moda, una nueva forma de alimentarse, que nada tiene que ver con las tradiciones gastronómicas.
Parece que la publicidad influye en los hábitos alimenticios, cuando entra en juego la palatabilidad,
induciendo al consumo de bebidas, alimentos ricos en grasa, que se caracterizan por su baja densidad en nutrientes. De cualquier manera, los “mass media”, parecen actuar modulando la elección del consumidor hacia una marca comercial u otra, de un mismo alimento.
Se ha observado que a medida que aumentaba el número de horas que los adolescentes pasaban delante de la TV, aumentaba la tendencia a consumir alimentos con alta densidad calórica.La publicidad de los alimentos, está ofreciendo al consumidor mucho más que un producto alimenticio, con una determinada función nutritiva: se venden
alimentos-fuerza, alimentos-salud, alimentos-vitalidad, alimentos-prestigio social… ha profundizado en la simbología del alimento para vender más y así, se ha llegado a por ejemplo, proponer los dulces como una recompensa (premio) gratificante a nuestras múltiples tensiones... la “bollería” industrial, que con frecuencia posee grasas saturadas y edulcorantes artificiales, se promociona a través de bellas y tiernas imágenes de nuestra infancia.
Es importante pues, que desde la infancia y desde la escuela, se facilite la información necesaria para que los adolescentes se conviertan en consumidores bien preparados y críticos, que puedan tomar decisiones correctas.
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