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La envidia: un sentimiento que lastima

La envidia: un sentimiento que lastima
La envidia, es un sentimiento que se despierta en las personas a partir de que perciben en sí mismas una falta o carencia... se siente al compararse con otra persona a quien se envidia. La comparación genera frustración e insatisfacción. La envidia, forma parte de los sentimientos que cualquier ser humano puede sentir alguna vez en su vida, pero pasa a ser patológico cuando la persona lo siente sistemáticamente y trata de dañar de alguna manera a quien envidia.

Vale la pena diferenciar la envidia de los celos. La envidia, como ya mencionamos, nace de la carencia... se quiere destruir al otro. Los celos en cambio, nacen del miedo a perder algo que se tiene, el afecto (por ejemplo) de una persona a la que se quiere conservar.

En psicología, se considera la envidia como un sentimiento de inferioridad, donde la persona se siente carente de determinados atributos que otra persona posee y muchas veces intenta superar esta carencia, adoptando un sentimiento de superioridad para esconder su verdadero problema: que siente que no posee algo que desea, ni es lo que realmente desearía ser o le gustaría tener.

De acuerdo con Bertrand Russell, la envidia es una de las causas más potentes de infelicidad. Siendo universal, es el aspecto de la naturaleza humana más desafortunado, porque aquel que envidia, no sólo sucumbe a la infelicidad que le produce su envidia, sino que además, alimenta el deseo de producir mal a otros.

La persona que envidia, padece una insalvable amargura aunque aparezca camuflada. Quiere destruir el objeto de su envidia porque es un espejo que le devuelve lo que esa persona siente que no es o no tiene. Sucede también que uno no siempre se da cuenta, que lo que siente es envidia. A veces se camufla de otros sentimientos... por eso se dice que es un pecado capital (más allá de la acepción religiosa): porque es generador de otros, a partir de él.

La envidia tiene muchas formas de manifestarse: desde la crítica amarga, injuria, calumnia, insinuación pérfida, compasión fingida... pero su forma más peligrosa, es la adulación servil.

Forma parte de varios trastornos psicológicos y de personalidad. Influye en las relaciones de pareja, amistad, relaciones laborales, etc. Genera conflictos permanentes y rupturas en los diferentes ámbitos.

En vez de aceptar esa carencia y tratar de mejorar, siente la “rabia vengadora” del impotente, que en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia.

¿Cómo hacer cuando se siente envidia?

Lo primero, es tratar de determinar si es un estado puntual y momentáneo que le puede pasar a cualquiera o algo patológico, donde se debería consultar para poder solucionarlo. Esto sería cuando la persona está afectada y quiere dañar de alguna forma el envidiado.

Siempre que en consulta sale este tema, me gusta mucho contar una anécdota para que la persona pueda diferenciar lo que puede ser algo común, que nos puede pasar a cualquiera en la vida alguna vez, de algo que nos debe preocupar. Y también sirve para apreciar como toda comparación que pueda despertar envidia, es siempre relativa.

La anécdota es la siguente: "cuando estaba en el colegio, era muy alta para mi edad, había pegado el estirón muy rápido, cosa que me acomplejaba porque pensaba que iba a seguir creciendo indefinidamente (¡razonamiento de niña!), y que iba a llegar al techo y seguramente iba a ser motivo de burla de muchos, etc. Y siempre miraba a la niña bajita, que era primera de la fila y deseaba ser ella. Por suerte nunca se me ocurrió desearle ningún mal, pero sí  puedo reconocer que era algo que deseaba y no había forma de cambiar... y que nacía de algo que yo consideraba en ese momento, como indeseable en mí. Como era de esperar, luego dejé de crecer y lo que era un problema en ese momento (“ser alta”), pasó a ser una cualidad que luego de adolescente y adulta resultó favorable."

Como decía anteriormente, es importante darse cuenta que todo es relativo... incluso al momento de vida que se está pasando. Lo que hoy puede ser vivido como una carencia o un problema, puede pasar a ser positivo en otro momento de la vida.

Es bueno entender que hay que dejar de lado las comparaciones con los demás, y trabajar para alcanzar los objetivos propios. El envidiar a otra persona no suma en nada... todo lo contrario: resta. Esta comparación, puede hacerle sentir desdicha, desazón por no aceptarse, infelicidad. Además, no va a mejorar destruyendo al objeto de su envidia, sino todo lo contario. En la vida, no se va a poder destruir siempre aquello que refleje una carencia personal.

Entonces se presentan dos oportunidades: en vez de envidiar, tratar de ver si puede aprender algo de esa otra persona... esa que tiene algo de lo que usted desea. Pero fundamentalmente y eso es lo básico: aceptar que todos somos diferentes y siempre tenemos buenas cualidades a las que seguramente no estemos prestando atención.

El que envidia sólo toma en cuenta aquellas cualidades que carece (o cree que carece) y no ve las que posee o le resultan insuficientes. Por tanto, debe olvidarse de la otra persona a quien envidia... dejar las comparaciones de lado y ponerse metas propias, basándose en sus deseos de superación, anhelos. También trabajar para conseguir esas metas, enfocar su energía en cosas positivas que le sumen a su persona.

Es importante entender que no es la otra persona el motivo de su desdicha, sino la percepción de sí mismo, que lo hace sentirse así. Y que cuanto antes se libere de ese sentimiento, mejor se va a sentir.

¿Qué debe hacer la víctima de la envidia?

Primero tener claro que es un problema que tiene la otra persona.

Muchas veces escuchamos que la persona que se siente envidiada, se siente afectada y se aleja del envidioso... u otras personas le aconsejan que lo mejor es alejarse de esa persona, porque le tira mala onda, le hace mal, etc.

Pero la realidad es que no siempre es posible alejarse, porque la envidia se puede dar entre personas del mismo entorno o de un entorno cercano: pueden tratarse de familiares, compañeros de trabajo, amistades, conocidos de actividades, hasta incluso de ¡padres a hijos! Y no siempre se puede estar huyendo del envidioso. La postura más inteligente es poder canalizarla, sin dejar que afecte.

Siempre que alguien se destaque por algún atributo del tipo que sea, probablemente tendrá en su entorno, personas que le envidien. Por tanto la solución no es andar por la vida haciéndose cargo del problema de otro, porque ahí sí termina afectando a quien es envidiado.

Por ejemplo, si para evitar un compañero envidioso en el trabajo se busca cambiar de trabajo, entonces el envidiado también se verá afectado, por causa de su postura frente al problema, por darle demasiada importancia.

A veces la gente aduce que le tiran mala onda, hablan mal de ellos, etc. Siempre les digo que eso no es un problema: primeramente porque esas actitudes claramente dejan en evidencia a la persona que envidia, al tratar de desmerecer al otro para sacarle los méritos que tanto le molestan. Además, nadie que tenga una opinión formada de su persona, la va a cambiar por lo que otra persona pueda decir.

Por tanto, lo mejor es ignorar cualquier tipo de provocación por parte del envidioso... así éste se da cuenta que no puede afectarle con sus comentarios.

Hay un proverbio árabe que dice: “castiga a los que te envidian, haciéndoles el bien”. En realidad no debería ser una acción de castigo, porque si no, sería basado en un sentimiento negativo también por parte de quien es envidiado... y sabemos que nunca dos males hacen un bien.

Pero sí es cierto que podemos tratar de entender que cuando una persona siente envidia, es porque tiene un problema y esto no la hace una mala persona, sino una persona con dificultades que necesita resolver o canalizar de mejor forma, porque en definitiva la más perjudicada es ella misma.

Tampoco hablamos de “poner la otra mejilla”, pero si es una persona del entorno cercano, tratar de seguir con la vida habitual y no ceder a las provocaciones que puede hacer el otro con ánimo de perjuicio. No estar pendientes de su accionar y que no condicione ninguna conducta que se suela tener como habitual.

Devolver en lo posible buenas acciones, para bajar ese nivel de rencor de la otra persona. E incluso mostrarle que vemos cosas valorables y positivas en esa persona. No olvidemos que la envidia le surge al envidioso de la comparación de determinados atributos o cualidades que él no posee y quien es envidiado sí; pero que como toda comparación, siempre es parcial y engañosa, ya que todos los seres humanos tenemos cualidades diferentes y seguramente la otra persona tiene problemas para percibir las propias y por eso surge ese sentimiento.

Entender que nadie es perfecto y que no se está libre de sentirlo en algún momento de su vida: hoy se puede estar de un lado y mañana, en el de enfrente. Por eso hay que capitalizarlo bien, para entenderlo si algún día llega a su vida dicho estado y no ceder a él

Diferente es cuando el que envidia tiene acciones de daño directas y reales sobre el envidiado. En esos casos hay límites que no se pueden ignorar, y se debe evitar a esa persona y tomar medidas. Pero cuando la envidia no llega a ese extremo patológico, hay que tratar de ignorarla y conducirse como si no existiera.

¿Cómo manejarla con nuestros hijos?

Si bien hay múltiples factores, uno muy importante es la educación que recibe el niño y cómo va desarrollando su autoestima a lo largo de la vida.

Si en su casa percibe que ante los logros ajenos, sus padres siempre los desvalorizan en vez de alegrase y complacerse... o si cuando alguien le va bien en algo, el niño escucha decir que no se lo merece o se le resaltan las cosas negativas de esa persona para quitarle mérito... entonces ese niño crece con una actitud negativa frente a los méritos ajenos.

Otro error es compararlo con la persona exitosa y darle mensajes de que si no logra eso que tiene el otro, entonces no valen sus méritos propios.

Por eso la mejor forma es evitar las comparaciones, valorar lo propio, ponerse metas que sean independientes de las de los demás y promover la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Cuando a alguien de su entorno le va bien, va a compartir esa alegría como propia y va a sumar en su vida siempre.

Quien logró una madurez emocional y buena autoestima, no se verá afectado por la envidia. Porque las cualidades ajenas no interfieren con la percepción de sí mismo.

Por eso cuando te toque en algún momento estar del lado del envidiado o de quien envidia, trata de tener todos estos elementos en cuenta y capitalizarlos a tu favor. No dejes que nada de esto reste en tu vida.


Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
ensil@adinet.com.uy

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Comentarios (4)

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Comuna Mujer 29-08-2013

Muchas gracias Mary, por tu comentario. Nos alegra mucho saber que te gustó la nota y sobre todo, que te será de utilidad para educar. Un beso grande y gracias a ti!!!

mary 28-08-2013

Muy buen artículo: me sirve para enseñar a mis hijos. Saludos y gracias!

Comuna Mujer 14-08-2013

Gracias a ti Mary Carmen, por comentar. Un beso grande.

Mary Carmen 13-08-2013

Excelente artículo: muy aprovechable su contenido. Gracias por compartirlo.

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