Hace un tiempo atrás, llegó una persona a terapia y dentro de todo lo que traía, tenía problemas al hígado. Cuando me contó esto, le pregunté: “¿y a quién odias tanto, que tu bilis te está consumiendo?” Acto seguido, se puso a llorar y me contó que jamás había podido perdonar a su padre, por haberla abandonado y desde ahí, que me ha dado vueltas lo importante que es el perdón en nuestras vidas.
Hace un tiempo atrás, viví una experiencia que me causó mucho dolor… me sentí traicionada por una persona de la que jamás lo habría esperado y para peor, fui tratada injustamente con calumnias y acusaciones falsas muy fuertes y dolorosas para mí.
Por algún tiempo estuve enojada o más bien enrabiada, hasta que me enfermé… y en ese momento, decidí hacerme cargo de lo que me estaba pasando, auto observarme y hacer un proceso para sanar.
Si bien cuando pasamos por un proceso así, está el darnos cuenta de nuestra responsabilidad en los hechos y de no ser víctima de la situación, y de cómo cada uno elige cada situación para aprender lo que tiene que aprender, es que deseo mirar el proceso desde el perdón, ya que muchas veces cargamos con emociones muy negativas y dolorosas, provenientes del no perdonar… y son esas emociones, anclas que no nos permiten avanzar.
Lo primero es tener claro que el perdonar es una opción y podemos tomarla o no, pero el no tomarla, puede tener consecuencias no sólo negativas y dolorosas, sino que pueden ser bastante permanentes en el tiempo y finalmente, nos pueden incluso llevar a una enfermedad.
Las ofensas provenientes de nuestros seres queridos, suelen doler más porque al daño que sentimos, se le suma el sentimiento de haber sido de alguna manera traicionados en nuestra confianza, nuestros afectos o nuestras expectativas.
Muchas veces frente a este “cocktail” de emociones negativas que se apoderan de nosotros, empezamos a cuestionarnos: "¿cómo pudo hacerme esto?", "¿cómo a mí, que tanto lo(a) quiero?", "¿por qué, si yo tanto he hecho o dado por él (ella)?
Y aquí, lo primero es poder entender y aceptar que toda persona se equivoca, pues está siempre en proceso de aprender. Además, muchas de las limitaciones de los adultos para relacionarse con los otros, provienen de las heridas emocionales que esa persona recibió en su infancia. Por eso, lo más probable es que detrás de los errores en las relaciones, hay un niño o una niña herida que todavía debe crecer.
Y ¿por qué perdonar? Cuando perdonamos, somos nosotros los que nos liberamos de los sentimientos negativos y destructivos, tales como el rencor, la rabia, la indignación… y una forma es entender y aceptar que el mal padecido, está en la falta de herramientas que tuvo el otro para actuar así, en una determinada circunstancia… finalmente cada uno es y hace lo que puede, según la vida que le ha tocado vivir. Por lo cual, si decidimos no perdonar, quedamos "tomados" con el odio y el rencor, y somos atados al mal que nos han hecho… y nos estancamos en la vida, envenenándonos con un suave veneno que nos corroe por dentro.
Entonces, al perdonar, además de recuperar la paz, recobramos la lucidez para evaluar el daño en su dimensión real y tomar las medidas necesarias frente a la relación.
Porque finalmente, soy yo misma quien es responsable de producir la rabia o el odio, y de aferrarme a ellos. Más que mal, la rabia es una forma de satisfacer mi ego igualmente herido.
Por eso, yo te invito que revises qué aspectos de tu vida, qué relaciones hoy, necesitas mirar con el corazón y pedirte perdón a ti, pedirle perdón al otro y decir finalmente "yo te perdono", ya que el perdón es una tríada, donde en un acto de amor libero toda carga que me ata al pasado.
Te deseo que la luz del amor, pueda ser siempre el faro que ilumine tus relaciones, entregándote la capacidad de ver a los otros como seres que están en proceso de aprendizaje, igual que tú y que si algo nos pasara en el aprender, es que nos vamos a volver a equivocar.
María Jesús Martínez Bórquez
Psicóloga, Facilitadora de Ceremonias y Talleres.
Coach Ontológica. Terapeuta Floral.
Astróloga. Sahumadora.
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