La Música está presente en muchas cosas y en la propia naturaleza...
En el repiquetear de la lluvia, en el techo de chapa del galpón...
En el granizo, con sus rítmicos compases en la ventana,
adquiriendo voz a través del silbido del viento...
En la antigua campana del portón...
Nos transporta a lugares conocidos y a otros, que nos imaginamos y nos gustaría conocer.
Sólo basta con cerrar los ojos y despegar: como en la alfombra mágica de los cuentos.
Está presente en los momentos vividos en diferentes épocas... en personas que nunca más vimos y nos gustaría encontrar.
Nos puede recordar una bella película.
Si escucho los Carpenters, me transportan a los cumpleaños de quince. A ese lindo chico que te sacó a bailar y con el que quedas totalmente flechada y convencida hasta hoy, que nunca viste alguien tan lindo como él y del que recuerdas hasta su nombre.
Es como volver a estar en ese lugar, en un instante.
¡Representa tantas emociones y vivencias! Desde el Ave María en una boda, que te eriza de emoción hasta las lágrimas y no quieres, porque sabes que no vas a parar y además, se te va a estropear el maquillaje.
Es nuestra compañera incondicional: no importa si estamos alegres o melancólicos.
Escuchándola, es como transmutar de nuestro día, esos nubarrones que lo han empañado y darle ese toque de condimento que le faltaba, antes que la jornada termine.
Cada uno, la atesorará a su manera y le dará a esa joya, los kilates que se merezca.
Autora: María Julia Bustamante.
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