La riqueza de la sexualidad
Hay personas que se pierden muchas cosas de la sensualidad y el placer.
Dice Mario Benedetti en su "Informe sobre las caricias":
La caricia es un lenguaje
si tus caricias me hablan
no quisiera que se callen
La caricia no es la copia
de otra caricia lejana
es una nueva versión
casi siempre mejorada
Es la fiesta de la piel
la caricia mientras dura
y cuando se aleja deja
sin amparo a la lujuria ..."
Y a través de este informe, a través de las caricias, nos introduce en el amplio mundo de la sensualidad, del erotismo y de la sexualidad. Todo un lenguaje y uno de los muchos condimentos que, conforman la base de una sexualidad plena y placentera.
Cuando somos bebés, no manejamos las palabras porque no hemos tenido tiempo de aprender el lenguaje verbal. El que utilizamos es el no-verbal: el contacto físico, la proximidad o distancia, el llanto, la risa o los gestos. Conforme pasan meses y años, aprendemos y usamos el lenguaje verbal, que acabará predominando en nuestras comunicaciones. Pero las palabras no sustituyen al lenguaje no-verbal: pensemos en ese gesto que nos informa mejor del estado de ánimo del otro, en el tono de voz de una persona deprimida que nos impresiona más que lo que dice, en un beso romántico, en una mirada cómplice, en una sonrisa seductora.
El problema es que son muchas las personas que siguen relacionando sexo con cama, coito y orgasmo. Se pierden así la enorme riqueza que encierra el mundo de la sexualidad: un terreno lleno de muchos rincones en los cuales perderse, entregarse, recibir.
Las miradas, la expresión facial, la sonrisa, los gestos, el volumen, entonación e inflexión de la voz, su velocidad y claridad, conforman todo un lenguaje que no sólo complementa y enriquece el lenguaje verbal, sino que constituye todo un abanico de elementos autónomos y con significación propia que otorgan credibilidad y fiabilidad a nuestras palabras, establecen nuestro grado de coherencia y marcan las relaciones que establecemos con los demás.
Pero en el terreno sexual, la comunicación falla y mucho. Casi la mitad de las mujeres y varones se quejan, en mi consultorio, que sus parejas no conocen sus gustos. ¿Pero hablamos sobre ello? Generalmente la respuesta es no. Incluso muchas parejas pueden conversar sobre muchos temas, pero en lo que a su sexualidad se refiere, mantienen un total silencio. Esta actitud tiene que ver con la vergüenza, con ideas irracionales como pensar que la sexualidad debe ser algo espontáneo y hablar sobre ella hace que deje de serlo. Pero mucho más negativo que el silencio, es fingir que todo va bien, que sexualmente se sienten plenos, cuando en verdad cada encuentro sexual es vivido como predecible y se sufre la insatisfacción sexual que conlleva.