La piel es la parte de la fruta con mayor concentración de fibra, si bien la pulpa carnosa también es fuente de pectina o fibra soluble. Este nutriente es esencial en la dieta debido a las propiedades beneficiosas que tiene para el organismo. Además de incrementar la sensación de saciedad, favorece el mantenimiento y el desarrollo de la flora intestinal, contribuye a que la bilis sea más soluble, ayuda a regular el nivel de glucosa y colesterol en sangre, combate el estreñimiento y previene incluso el cáncer de colon.
Su contenido en las frutas puede disminuir de forma significativa al pelarlas. En el caso de las manzanas, se pierde alrededor de un 11% de fibra y en las peras, hasta un 34% o más. En las frutas que se consumen sin piel, como los cítricos, hay que retirar la cáscara justa para eliminar la menor cantidad posible de piel blanca, ya que es pura fibra.
Respecto a los jugos, resultan más nutritivos cuando se consumen con pulpa, puesto que al retirar la piel ya se pierde bastante fibra.