Queridas amigas, ¿cómo están? Hoy quería hablar sobre nuestros hijos, los límites, y las frustraciones...
¿Cómo aprende un niño lo que está bien y lo que está mal?
Muy fácil: aquello que es permitido por sus padres es lo que está bien y aquello que no, es lo que está mal.
¡Cuán importantes son los límites! Son estos mismos límites los que muchas veces conllevan a tener que frustrar a nuestro propio hijo en su deseo. ¡Qué difícil amar a alguien y por amor frustrarlo! Pero el amor muchas veces es decir “NO”, “¡así NO!”. No siempre es con palabras, a veces es con hechos.
Recuerden algo muy importante a la hora de poner límites. Así como prestamos atención a las conductas inadecuadas para corregirlas, hay que prestar muchísima atención a las conductas adecuadas. ¿Para qué? Para lograr que éstas se repitan, para que se incorporen a su repertorio conductual. Tengan en cuenta que premiar no es sólo comprar algo de valor. Un gran estimulante para el niño es su atención.
Dependiendo la edad, puede premiar con un beso, abrazo, una canción, si es más grande con su salida favorita, ir a andar en bici juntos o ver su película favorita juntos también. Las opciones son muchas, pero eso sólo cada una nosotras sabe que es lo más gratificante para nuestro hijo.
A la hora de poner límites lo primero es mantener la calma. Estos deben ser claros y aplicados siempre independientemente de nuestro humor. No podemos pedir a los gritos las cosas, y luego pedirles a nuestros hijos que no pidan las cosas a gritos, que esa no es la manera de hacerlo. Recuerde que los niños aprenden por imitación, somos su modelo a seguir.