Las mujeres inventan mil teorías para explicarse porque a él le cuesta tanto decir “te quiero” ¿Le dará miedo?, ¿Es tímido? ¿No me quiere? Pero, casi seguro que ninguna de estas cuestiones sea cierta. Veamos cuales son las probables causas.
María: “decíme que me querés”
Juan: “no preciso decírtelo, te lo demuestro”
María: si no me lo decís, es porque no me querés
Juan: ya sabés que te quiero
Maria: ¿en serio? ¿sí? ¿más o menos que antes?
Juan: ¿Qué cuando antes?
María: antes
Juan: ¿antes de conocernos?
María: No, no, antes de casarnos, cuando éramos novios y me regalabas flores, y en vez de mirar el fútbol todos los domingos, salíamos, y…
Juan: No
María: ¿no que?
Juan: Más
María: ¿cuánto más? ¿con pasión o con afecto? ¿Con que intensidad? ¿lo decís por que sí o realmente lo sentís? ¿y siempre me vas a querer? ¿y porqué no me lo decís más seguido?, etc., etc.
Y esta es tan sola una de las tantas conversaciones que las parejas tienen cuando la mujer reclama ese famoso “te quiero” que tanto necesita oír y que tanto cuesta a los varones emitir.
Tal vez en este caso, la conversación se tornaría interminable, y a la larga finalizaría siendo una tortura para Juan. Pero, ¿no sería más fácil que él manifestase sus sentimientos sin necesidad de que se lo pidan?
Veamos que sucede en el interior masculino que tan difícil hace esta cuestión.
Los varones son concretos, siempre privilegian la acción sobre las palabras. Y esto es una razón de educación, así les han enseñado, así han aprendido. Casi todos, no generalicemos tampoco.
Parece que todo lo que tiene que ver con el afecto y con la expresión del mismo quedad del lado de la mujer, de lo femenino.
La virilidad, en cambio, se asocia con la conquista, con la lucha por el poder, y por esta razón el varón debe mostrarse fuerte, macho, para mantener una actitud de dominio. Y así, la expresión de los sentimientos amorosos la mayoría de los varones la asocian en general con debilidad.
En el libro Esta noche no querida, el autor Sergio Sinaí, plantea las siguientes razones:
- El silencio en la comunicación masculina puede obedecer a la imposibilidad de conectarse con sentimientos y emociones.
- El lenguaje masculino privilegia los temas concretos, referidos al mundo exterior. El lenguaje femenino es más abstracto y está vinculado a los sentimientos.
- Los hombres no han sido educados ni estimulados para estar en contacto con su propia sensibilidad.
- Las mujeres a menudo no ven lo que los hombres dicen sin palabras
- Los varones pueden aprender de las mujeres la calidez y la emotividad de las palabras. Las mujeres pueden aprender de los varones la riqueza del silencio que acompaña a los actos.
El tema de los silencios masculinos no es una cuestión superficial en las relaciones de pareja. Generalmente a los varones no les gusta discutir sus sentimientos, y esto es porque no les han enseñado, no saben. Los varones crecen con la consigna de que a golpes se hacen los hombres. E incluso les preparan el cuerpo para ello. Y así también su lenguaje es más comprensible: “agachamos el lomo”, “ponemos huevos”, “nos rompemos el alma”, etc.
Pero veamos que nos dice Patricia Allen en su libro Como vivir juntos y disfrutarlo. El 5 % de los varones expresa abiertamente lo que siente por su pareja; el 23 % no tiene dificultades en expresar lo que siente pero prefiere hacerlo mediante gestos, y el 72 % tiene dificultades para expresar con palabras lo que siente por su pareja.
Indudablemente muy significativas estas cifras, y nos confirman lo que veníamos hablando hasta ahora, a la mayoría de los varones les cuesta decir “te quiero” sin que se lo pregunten.
En Manual de instrucciones para comprender a los hombres, Gilles d’Ambra, nos dice que:
- El 49 % se confiesa en la cama
- El 21 % lo hace al final de una comida
- El 47 % no habla de su vida sexual o afectiva
- El 41 % habla de amor con amigos íntimos
- El 27 % de las charlas entre hombres giran en torno de temas emocionales.
Este mismo autor hace unas interesantes acotaciones acerca de lo que quieren decir los varones cuando dicen otras cosas. Veamos cuales son, interesantes por cierto.
- Muchas veces, cuando él dice “me gustás”, está diciendo “te deseo”.
- Cuando dice algo enojado “pero claro que te quiero mucho!”, en realidad está diciendo “ya basta, no jorobas más”
- Si es él que dice “¿Qué ya no me querés?”, ¡Cuidado, luz roja! Quizás alguna pillería anduvo haciendo
- Si dice “como vos quieras, querida” está diciendo “no sirve de nada discutir con vos”
- Si dice en la cama “estuvo bien verdad?”, en realidad te está preguntando “¿y a vos como te fue conmigo?”
- ¡Si dice “te quiero”, te está diciendo “te quiero” (le cuesta tanto pronunciar esas palabras que no puede ser otra cosa que una verdad absoluta).
Es irrefutable entonces, que para los varones hablar de lo que sienten es re difícil. Si ponemos el siguiente ejemplo lo entendemos aún más. Para una chica que gusta de un chico, lo puede llamar muchas veces, le puede dejar mensajes, lo busca, lo va a ver… Pero si es a la inversa, el varón primero por lo general, tantea el terreno y si no está seguro, totalmente seguro, se retira, no sea cosa que…
Pero concluyendo, cambiar se hace necesario, para no salir perdiendo. Es obvio y tan simple como lo canta Joaquín Sabina: “Los besos que perdí…por no saber decir…te necesito.”
Gabriela Michoelsson (Sicóloga-Sexóloga)
gamich@multi.com.uy
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Comuna Mujer 13-04-2011
gabriela 12-04-2011
Giovana 22-04-2010
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