Hace un tiempo atrás, tenía una
herida profunda en mi corazón… el tema es que iba camino a mi trabajo y por más que quisiera acallar lo que me consumía el alma, no podía… y de repente, sin poder si quiera reparar en el hecho, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
Si bien no me importó, en el momento cuando llegué a mi destino,
me percaté de todas las miradas atónitas de todas las personas con las cuales me crucé en el camino… y es aquí, mi pregunta: ¿por qué los seres humanos escondemos las lágrimas?
Me declaro una persona sumamente sentimental (¡pero realmente y sumamente sentimental!), a tal punto, que cuando voy al cine, mis hijos están tan acostumbrados a que llore toda y cada parte triste de las películas, que mi hija menor se arrima a mi regazo, para que juntas nos abracemos y nos contengamos en el clamor del llanto.
Las lágrimas son una señal de que algo hondo y profundo está sucediendo, que está calando y a veces transformando a nuestro corazón y a nuestra alma. Muchas veces, las lágrimas brotan en silencio, inundando los recuerdos de aquello que desde la muerte nos hizo renacer. Las lágrimas brotan de manera abundante, como ríos que no cesan… a veces es dolor, a veces es desamor y a veces, ambos (¡y cómo duele ese!).
Mi sensibilidad es tal, que cuando estoy en terapia, me pasa que siento las emociones de mis pacientes, aunque estas no sean expresadas y normalmente, cuando tienen pena, las personas se frenan el llorar y es en ese momento, que me parece
nada más sanador que tomar y contener al otro, para que se conecte con su emoción y genuinamente, deje salir toda su pena… todas sus lágrimas, como una manera de lavar su alma y vaciar su corazón.
Y como soy, cada vez me he puesto más sensible y emocional: siento que esas heridas y dolores los conozco bien… más aún, cuando las lágrimas brotan por esa profunda danza entre el dolor y el desamor. Me imagino que tú también, ya que todos conocemos íntimamente el dolor de un duelo, el desgarro de una partida… no es posible ser humano y no conocer el dolor.
Por eso hoy te invito a limpiar todo lo que haya que limpiar y fluir… y sacar todo lo que ya no va más, para comenzar estos nuevos tiempos sin mochilas, ni anclas que te atan al pasado.Te invito a que cada vez que sientas pena, te “rompas a llorar”… no importa donde estés, ni con quien estés, ya que cuando le das la
bienvenida a la tristeza, nunca sabes qué traerá; pero sabes que serás auténtica y fiel a lo que sientes. Desde mi propia experiencia, no fue hasta que conocí la pena más profunda y oscura, que pude conocer la belleza que espera en el centro de un corazón roto, pero abierto.
Y como dice Bhagavan: “Experimenta sinceramente todo el dolor psicológico… si lo experimentas completamente, éste se convierte en dicha.”
María Jesús Martínez BórquezPsicóloga, Facilitadora de Ceremonias y Talleres.
Coach Ontológica. Terapeuta Floral.
Astróloga. Sahumadora.
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