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¿Por qué no puedo llorar?

¿Por qué no puedo llorar?

Es una situación más habitual de lo que pensamos. Son muchas las personas que, tras sufrir por ejemplo una pérdida personal, son incapaces de llorar, de desahogar su dolor con las lágrimas tal y como es normal. El lloro, el llanto forma parte del duelo, y es parte imprescindible para superar desgracias y traumas. Un alivio fisiológico con el cual, aliviar tensiones y estrés.

Suele decirse que quien no es capaz de llorar, va a tener un problema a la hora de gestionar sus emociones. La verdad es que no podemos establecer este principio como algo concluyente…  es solo una parte de las múltiples razones de este hecho tan común. No se trata de un problema, sino parte de un proceso… porque las lágrimas, el desahogo, llegará en un momento u otro: puede que tarde más de lo normal, pero sucederá. Y cuando ello ocurra, nos sentiremos mucho mejor. 

La necesidad fisiológica de llorar

Empecemos por algo que debemos tener en cuenta para ir descartando situaciones. En ocasiones, sí puede existir algún tipo de problema físico. Sabemos que la necesidad de llorar es parte del desahogo emocional, además de un modo de catalizar el estrés y las tensiones.
Pero hay personas que son incapaces de conseguirlo, debido a una enfermedad: una enfermedad autoinmune. No es que repriman sus sentimientos en absoluto… se trata de un problema de origen fisiológico con una base autoinmune. Una enfermedad autoinmune en la cual existe una sequedad en el lacrimal, ahí donde es casi imposible filtrar lágrimas: una realidad que se conoce como "Síndrome de Sjögren".

Ahora bien, dejando a un lado la posibilidad de esta enfermedad, la gran mayoría de las personas, hemos experimentado alguna vez esta situación: la de no poder llorar. 

Hemos de tener claro que no todas las personas somos iguales, ni gestionamos los problemas igual. Es más: puede que cada situación sea única y reaccionemos de un modo diferente. Podemos llorar con normalidad ante la pérdida de un ser querido; sin embargo, somos incapaces de derramar una lágrima cuando por ejemplo, somos abandonados por nuestra pareja. ¿Cómo puede ser? Todo depende de cómo hayamos asumido el problema. Aceptamos la pérdida del familiar, sabemos que nunca vamos a volver a verlo, sentimos ese dolor y lo traducimos en lágrimas. Sin embargo, ante la situación de ser abandonados o incluso traicionados, puede que gestionemos la experiencia de otro modo. Primero podemos sentir incomprensión, luego puede que alberguemos cierta esperanza ante la idea de que dicha persona vuelva o se arrepienta. Más tarde, puede emerger la rabia. Etapas en las que aún no han emergido las lágrimas, porque todavía no eran necesarias. Pero más adelante, aparecerá el desconsuelo y la tristeza. Es entonces cuando llegará el llanto y la necesidad de obtener el desahogo con ellas. 

¿Qué conclusión sacamos con esto? Que las lágrimas, la necesidad de llorar, tienen un ciclo. Si sentimos ansiedad o incertidumbre y aún no hemos racionalizado la situación, es posible que las lágrimas no lleguen. Pero esto dependerá de la personalidad de cada individuo. Personalidades más sensibles, suelen recurrir al lloro como adecuado mecanismo de alivio. Perfiles con más necesidad de autocontrol o de simple necesidad de racionalizar cada aspecto de su vida, tardarán más en experimentar las lágrimas.

Las lágrimas y su connotación social

¿Son las lágrimas un rasgo de debilidad, de fragilidad personal? ¡En absoluto! No por mostrarlas, somos más débiles o más vulnerables. En ocasiones, son tan necesarias como respirar y forman parte indispensable de cualquier duelo: debemos experimentarlas para sentirnos mejor. 

Pero en ocasiones, nuestra educación, nuestro contexto personal y social, puede inculcarnos que es mejor asumir y callar en silencio... no mostrar debilidad, aparentar fortaleza: un error que a largo plazo, puede traernos graves problemas de salud… heridas no asumidas, que pueden transformarse en lesiones internas. No vale la pena.

Las lágrimas y la necesidad de llorar, forman parte de nuestra personalidad: hay quien mostrará cierta facilidad para dejarlas ir y otros, simplemente, les cueste más.
Forman parte de un ciclo donde es esencial el auto-reconocimiento, el saber identificar las emociones que tenemos en nuestro interior, el sabernos escuchar.

Puede que no lleguen cuando más lo necesitemos y nos hagan sentir extraños: “con todo lo que me está pasando... ¿Cómo es posible que no pueda llorar?” No te preocupes… llegarán cuando deban. En el momento más inesperado, cuando te relajes, cuando seas más consciente y aceptes la situación… solo entonces, las lágrimas te ofrecerán verdadero alivio.

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