- crear un espacio y un tiempo: ir a un café, a un restaurante, es un buen recurso pues garantiza disposición de ambas partes, al igual que neutralidad
- hablar usando el potencial “me gustaría”, “sería bueno”, “podríamos”, son buenas formas para comenzar el diálogo
- hacer enunciados de modo positivo... es preferible decirle: “quiero que me acaricies de tal manera”, en lugar de decirle: “házlo así”
- pedir sin criticar
- decir que no, sin despreciar... hablando clara y sinceramente
- centrarse en el presente de la relación y no pasar facturas de lo que sucedió hace diez años
Pero lo cierto es que si bien la comunicación verbal es un pilar importante de cualquier vínculo amoroso y de confianza, las charlas que tienen que ver con el sexo hay que tenerlas antes y después (lo más lejos posible) del encuentro sexual. La cama tiene que ser un espacio reservado para los monosílabos y las palabras de elogio; no para planificar la mejor técnica para la próxima relación, ni para hacer cuestionamientos que puedan herir al compañero.
Es cuestión de aprender a esperar, de contener hasta el día siguiente los deseos de conversar; aunque una sienta que lo que tiene que decir, es impostergable. A veces, respetar el silencio del otro, es un buen comienzo para el diálogo.
Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga Clínica. Sexóloga Clínica.
Tel: (54-11) 4831-2910
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dresni@gmail.com