Cuando era una niña (bueno... sí, está bien, ahora igual soy niña, pero ahí era más niña aún… jajajaja), me gustaba mucho andar en bicicleta… creo que mi primera bicicleta me la regalaron cuando tenía como cinco o seis años...
Sin embargo, algo pasó que después de unos años, dejé de andar en bicicleta y recién el año 2012 me volví nuevamente a subir a una (obviamente, no era la misma bicicleta que tenía a los seis años… jajajajaja).
Si bien nunca se me olvidó el cómo hacerlo, al principio cuando me volví a subir nuevamente, algo pasaba en mí, que me daba miedo: era como si sintiera que no estaba segura y en cualquier momento me iba a caer.
Lamentablemente, esta sensación de miedo no me dejaba avanzar y por mucho tiempo (hoy lo veo y siento que fue demasiado), solamente salía a dar vueltas a la manzana o en los alrededores de mi casa… y cada vez que veía a alguien en bicicleta, me cuestionaba el cómo parecía tan fácil y yo no podía.
Si bien me moría de ganas de subir al cerro o de salir sin destino en mi bici, algo pasaba en mí, que me limitaba a salir....
Hoy miro hacia atrás y siento que me perdí de mucho por esta situación: incluso, a pesar de tener una persona que para mí era muy especial, que me impulsaba a acompañarlo en sus paseos (y hoy deseo agradecer por ayudarme a salir muchas veces de mis miedos e impulsarme a ir más allá), igual mi miedo siempre encontraba una excusa para colarse, siendo cómplice del boicot del disfrute y de no dejarme avanzar, generando en mí, una sensación de poca valía, por no poder ser capaz de enfrentarlo y arrojarme a la experiencia.
De alguna manera entre consiente e inconscientemente, estaba buscando en todo momento, permanecer dentro de lo que se llama "zona de confort". Esto implica que dado que por muchos años no me subía a una bicicleta, evitaba salir de esa comodidad y evitaba la fatiga de hacer cosas nuevas o de vivir experiencias desconocidas.
Mi miedo, muchas veces me paralizó. Es en este punto, donde el miedo es el principal factor que siempre nos afecta a la hora de querer expandir o salir de nuestra zona de confort… como una manera de protección. Le tenemos miedo a lo desconocido: llegamos incluso a temblar, de solo imaginar el salir desde aquel lugar que nos resulta tan familiar.
El tema es que esta zona de confort, claramente, no me dejaba avanzar, ya que no salía del radio de mi casa en bici y así es: la zona de confort, es el conjunto de límites que nos impiden avanzar. Es un estado mental... permanecer dentro de este estado mental cómodo, puede convertirse en algo rutinario, aburrido y sin mencionar, que nos evita significativamente obtener progreso alguno.
Perder el miedo a salir de nuestra zona de confort, empieza desde dentro: desde nuestros pensamientos, ideas y sentimientos… desde decidirnos a enfrentar aquello que nos paraliza.
Cuando superamos estos límites, ampliamos nuestra perspectiva y logramos alcanzar nuevos horizontes... ¡nos expandimos! Y así fue: un día me decidí a salir más lejos y otro fui más allá y así cada vez que salía a andar en bici: ponía como límite mi cansancio y no mi miedo.
Y ¿qué creen? ¡Me compré otra bicicleta y hoy una de las cosas que más disfruto es andar en ella y cada vez he llegado más lejos!
¿Quién pone los límites de tu vida? ¡Los límites los pones tú!
Tú debes confiar plenamente en ti misma/o y saber, que todo aquello que te limita física y emocionalmente, lo hace porque tú has decidido (inconscientemente o conscientemente) que así sea. Eres tú misma/o, quien define tus alcances. Eres tú misma/o, quien construye las barreras para evitar el progreso y alejarse de los peligros imaginarios que hay en tu mente.
Entonces… ¿cuál será tu desafío esta semana para enfrentarte a tus miedos y salir de tu zona de confort? Todos tenemos una zona de confort y en distintos ámbitos: solamente debemos ser capaces de querer salir de ese lugar y confiar plenamente en el maravilloso y mágico ser que somos y que en el Universo, todo es perfecto.
En tu vida, cuando estés frente a hermosos y mágicos desafíos, cierra tus ojos, siente tu corazón y observa el maravilloso ser que eres: con dones ilimitados, que si pones en acción, te llevaran hacia el infinito y ¡más allá!
Te envío un abrazo de luz y hoy, desde este nuevo aprendizaje, te digo: “¿quieres andar en bicicleta conmigo?”
María Jesús Martínez Bórquez
Psicóloga, Facilitadora de Ceremonias y Talleres.
Coach Ontológica. Terapeuta Floral.
Astróloga. Sahumadora.
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