La vida no es siempre plácida. A veces nos toca enfrentar situaciones que nos desafían tremendamente. Cuando hay tormenta, cuando estamos perdidos, cuando estamos solos, cuando no tenemos fuerzas, cuando nos toca perder, cuando debemos internarnos en lo desconocido,
no tiene precio sentir amor por nosotros mismos, sentir nuestra compañía amiga.
Quererse es imprescindible para la salud, el bienestar y la calidad de vida. Sin quererse a uno mismo, es muy difícil tener éxito en cualquier área de trabajo personal, y en cualquier cambio de hábito (dejar de fumar, de beber, adelgazar, etc.), ya que todas esas tareas implican salir de la zona de comodidad, tomarse “molestias” y hacer un esfuerzo sostenido en el tiempo, como cuando se cría un hijo, por ejemplo.
La motivación y la fuerza para tomarse esas “molestias”, provienen del amor por uno mismo.
Amor por uno mismo
no quiere decir ser egoísta ni ególatra. Tampoco se refiere a un amor romántico o puramente emocional.
El amor tiene un aspecto muy tierno, sí, que otorga, permite, que se brinda con generosidad;
pero también tiene un aspecto que obliga, prohíbe, que le pone límites a las cosas que son malas para la persona amada.
Es tan distinta la vida cuando nos queremos...
el amor por uno mismo, es lo primero que hay que cultivar para cambiar cualquier mal hábito... o para
autorescatarse de cualquier situación o condición en la que se esté caído.
Una vez que alguien empieza a quererse, se puede decir que lo peor ya pasó. La rotura interior se empieza a curar y a recuperarse la unidad, la amistad, la comunicación y la buena disposición hacia uno mismo.
Cuando nos queremos prevalece la cordura; nuestras conductas están determinadas por lo que es bueno y necesario para nosotros, y las excusas que anidan en el auto abandono, ya no tienen de qué alimentarse.
El que no se quiere siente que no vale, que no importa y por lo tanto, no se cuida, no hace cosas por él, se abandona. El que se abandona, obviamente se deteriora cada vez más y se quiere cada vez menos, cerrando así un círculo vicioso.
Igual que para aprender un idioma no es necesario saber ni una palabra del mismo, para quererse se puede partir de cero; alcanza con querer hacerlo y estar dispuesto a actuar.
El punto débil de este círculo vicioso está en las cosas que podríamos estar haciendo... pero como no nos queremos, no estamos haciendo.Como son cosas que tú mismo reconoces que podrías estar haciendo, no puedes decir que no las haces porque no puedes, sino porque te permites no hacerlas.
Y eso, justamente, es la definición de
autoabandono, de no quererte:
no hacer por ti, las cosas que tú mismo reconoces que podrías estar haciendo.
Muchos que declaran, por ejemplo, que no pueden adelgazar, o dejar de fumar; si les dicen que la vida de sus seres queridos depende de eso, inmediatamente reconocen que sí pueden, dejando claro que no es un tema de no poder, sino de no valorarse tanto como a sus seres queridos, por quienes sí estarían dispuestos a hacer el esfuerzo.
Una vez que empiezas a hacer cosas buenas por ti mismo, aunque sea obligado y apoyado en los bastones y muletas que sean necesarios, inevitablemente las cosas empiezan a cambiar.Recuerda que el amor por ti mismo no aumenta cuando deseas recibir amor, sino
cuando tú personalmente haces cosas buenas por ti (ir al dentista, dejar de fumar, de beber alcohol, adelgazar, etc.).
Conseguir todo el apoyo externo que sea posible, para, con amor y con firmeza, obligarte y sostenerte hasta cumplir el plan elegido por ti mismo.
No puede haber confusión entre amor incondicional y falta de límites. Quien está caído en el auto abandono necesita acciones cargadas de amor, que no necesariamente son acciones complacientes con lo que él pueda querer.
Cuando es el amor quien aplica los límites y la fuerza, lo hace de una manera totalmente libre de enojo, juicio o malos sentimientos.Pero el problema del
que está caído es que aunque entiende todo a la perfección,
le faltan fuerzas para
poder empezar de cero y sostener el esfuerzo hasta que da frutos. Es como una plantita que se dobla bajo su propio peso; por eso necesita ayuda externa para poder dar los primeros pasos, que son los más difíciles. Es igual que una bomba de agua, que al principio hay que “cebarla”, dándole agua para que después ella pueda darnos agua a nosotros.
La
ayuda externa puede tomar la forma de
un amigo o un grupo de amigos, familiares, etc. Pero también existe
ayuda experta; un coach, un grupo de apoyo especializado, etc. En casos graves, puede ser necesaria la internación durante un tiempo.
Lo más importante es que la o las personas que ofrecen el apoyo externo, además de ayudar a cumplir el plan que sea, tengan claro y sean capaces de darle amor a quien recibe ayuda.
Las acciones cargadas de amor no siempre son suaves y complacientes. Exigen que la persona que acepta el límite sienta confianza en quien se lo pone, ya que, en general, sólo nos dejamos poner límites por quienes sentimos que nos quieren, que les importamos, que nos consideran valiosos.
Por eso es que los que apoyan, deben sentir un genuino amor y compromiso con quienes trabajan. Como un amoroso y firme entrenador, querido y respetado por su equipo.
El
amor administrado debe ser una
combinación artesanal, artística, de amor tierno, compasivo e incondicional, junto al amor firme y exigente que es lo que realmente da el apoyo y sostiene a la persona mientras hace el esfuerzo.
Aunque al principio la ayuda externa puede y suele ser la diferencia entre poder y no poder, a medida que se va adquiriendo fortaleza, se va volviendo cada vez menos necesaria.
Con el tiempo y en buena hora, llega
el día en que ya estamos de pie y podemos, con agradecimiento, decirle adiós a las cosas que nos sostuvieron mientras estuvimos caídos.
Dr. Leonardo AronovitzMédico, terapeuta, docente
Contacto: aronovitz@adinet.com.uy
Autor:
https://www.facebook.com/SinHambreYSinExcusaswww.tdemociones.blogspot.com www.cincopasos.blogspot.com Y tú... ¿hay algo que deberías estar haciendo por ti misma y que aún no estás llevando a cabo?