Ante insultos, gritos y amenazas, lo más elegante y acertado que se puede hacer, es no contraatacar. Una persona enfadada muchas veces, manda mensaje sin pensar en el contenido, en la forma o en los dos aspectos. No caigas en la tentación de ponerte a su altura y sé prudente, especialmente si valoras la relación que tienes con esa persona.
La sensatez y el saber elegir las palabras, son habilidades imprescindibles para que una discusión acalorada no termine desviándose al terreno de lo personal, produciendo de esta manera heridas profundas. La contención en este sentido, demuestra tu nobleza y tu saber estar: si tú no bajas al nivel de la otra persona, lo más habitual es que esta, tarde o temprano, se termine incorporando al tuyo. Además, te habrás ganado su respeto y admiración.