Pérdida de una ocupación laboral
Sucede por ejemplo, en una persona cuya vida estaba organizada en base a un determinado trabajo, en el que se desempeñó toda su vida y de la noche a la mañana se ve sin empleo. Esta persona, empieza a temer no encontrar otro; entonces, comienza a dudar se sus capacidades, piensa que va a ser imposible que la empleen en otro lugar, que no sabe hacer bien las cosas, que no es buena en su trabajo, que es una inútil.
Todos estos pensamientos la llevan a tener una actitud pasiva frente a la pérdida que tuvo. ¿Para qué esforzarse si ya está destinada al fracaso? Empieza a alejarse de sus intereses, de sus aficiones, a dormir más, comer menos. Pasa horas en la cama llorando su mala suerte. Lo que podía ser un duelo, puede convertirse en algo más grave. Esta persona pasa así, a tener un cuadro depresivo.
Sería muy diferente a otra persona, en la misma situación en donde la tristeza por la pérdida puede ser el factor común a experimentar, pero que toma una actitud activa en pos de solucionar el problema. No se queda quieta... busca la forma de encontrar otro trabajo, no se cuestiona sus capacidades, ni se echa la culpa y trata de tener una actitud optimista al respecto.
Esa sería una diferencia clara entre una persona que está triste y otra que está deprimida. La misma situación, en una es la causante de un cuadro depresivo y en la otra, no.
Muchas veces se cae en depresión por carencia de determinados repertorios sociales, asertivos, etc., que nos permiten enfrentar de manera adecuada, una determinada situación.
Pérdida del repertorio social
Un ejemplo de esto, puede ser alguien que se muda de ciudad y pierde así su círculo social, dado por las pocas amistades con las que solía salir anteriormente. Si es una persona con pocas aptitudes sociales, el cambio que le trae una pérdida de este tipo, va a hacer que le sea muy difícil obtener en su nueva vida, otras amistades u otros reforzadores sociales adecuados. Y de esta forma, verse sumida en soledad por carencia de dichos repertorios sociales, cayendo a la larga en una depresión.
No es lo mismo que esto le suceda a alguien que es sumamente sociable y que genere rápidamente amistades en todos los lugares a los que concurre. Va a poder resarcirse rápidamente de dichas pérdidas. Esa característica de su personalidad, le ayuda a superar esta situación.
Por esto hay psicólogos socioambientalistas, que plantean que influyen mucho las capacidades o aptitudes sociales que una persona tiene, para que sea más o menos propensa a caer en una depresión. Si una persona en su repertorio de conducta, carece de dichas habilidades, será más propensa que otra que sí las posee.
Autoexigencia demasiado alta
También es común ver depresión en personas con un nivel de exigencia demasiado elevado, que es difícil que se complazcan con casi nada. Cuando obtienen algún mérito o logro en alguna actividad, no se felicitan porque era su “deber”. En cambio, se castigan muchísimo cuando algo no sale perfecto como esperaban. Esto hace que sea difícil estar conformes con algo en la vida y en cambio, fácilmente van a sentirse decepcionados cuando no se da lo esperado.
Este es otro modelo que también explica la depresión, basándose en el nivel de autoexigencia que tienen algunos individuos.
Próxima entrega
En la próxima entrega, la diferencia entre tristeza y depresión y los síntomas que definen a esta última.
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo-Conductual
Técnico en Sexología Clínica
Integrante, Coordinadora y Docente de Suatec (Soc.Uruguaya de Análisis y Terapia del Comportamiento)
Teléfono del consultorio: 2 707 90 27