La diaria, el despertar y aprontarnos para las horas laborales y el pan de cada día… ¡vaya rutina! Cuando nos acostumbramos a lo ya experimentado, difícil salir de ella. Vivimos en tiempos que se mueven muy rápido, donde pasa todo tan fugaz, que no alcanzamos a preguntarnos: "¿cómo estás?"
Ese hábito que adquirimos, que nos ocupa gran parte del día... esa sustentabilidad necesaria, que nos define cómo vivir y dónde… el tema es cómo nos consume esta rutina y a qué precio.
Soy de la generación del 70 y veo personas de esta edad, que son muy rutinarias, predecibles... que se acostumbran a lo ya experimentado y nada los mueve de ahí. Nos conformamos con las palabras "destino" o "circunstancias de la vida" y nos adaptamos a eso, porque creemos que es lo correcto, pero en realidad es lo más cómodo. Hay cosas que se pueden cambiar y no lo vemos. Rutina más rutina…