Cuando las tempestades golpean nuestra puerta,
nos dejan ese gusto amargo... ese presagio de algo peor.
Caemos rápidamente en la desesperación, perdemos claridad,
no dejamos de pensar.
Nuestra cabeza analiza, planea, calcula.
Buscamos opciones, buscamos caminos...
pero como muchos hemos leído alguna vez por ahí, en algún lugar:
"... el camino se hace al andar".
Y sí.
Es así.
Por más tempestades que vivamos...
la luz sigue acá adentro.
Adentro tuyo.
Adentro mío.
Eso no se va.
Y no hay mejor presagio en medio del caos, que el de tu mirada.
Avisándome que todo estará bien.
Diciéndome que juntos, encontraremos el camino de regreso.
... Como siempre lo hacemos.
Valeria Rodríguez