En el transcurso de mi experiencia como terapeuta, me he dado cuenta de la magnitud y el desbloqueo energético que sucede cuando logramos sanar nuestro niño interno. De adultos, los dolores corporales, la rigidez, los temores, la tristeza y la ira reprimida (entre otros), son manifestaciones que salen a flote durante las terapias y están relacionadas con asuntos pendientes de nuestra infancia y más allá. Una parte de nosotros quedó “congelada” en nuestra niñez... en esas experiencias, mientras fuimos creciendo y aprendiendo a sobrevivir.
Todos tenemos un niño herido (unos más que otros) que fue lastimado en algún momento de su desarrollo. Estas heridas se manifiestan constantemente en nuestra vida adulta. Esa parte nuestra quedó olvidada y abandonada: esa es la parte que aprendió a protegernos, reaccionando a situaciones similares o a cualquier eventualidad que “pueda” causarnos nuevamente daño.
A nuestro niño lo ignoramos totalmente, desconociendo el origen de las decisiones que fueron tomadas tempranamente y que hoy en día, ya no nos resultan útiles y más bien nos causan problemas... olvidamos las causas que dieron origen a nuestros patrones de conducta y de qué manera remediarlo.
Hoy en día necesitamos desaprender aquello que perpetuamos en conductas negativas una y otra vez, o aquello que nos hace atraer relaciones nocivas a nuestra vida... de esa forma, podremos fluir libremente.
¿Qué necesita nuestro niño interno para colaborar con nosotros y soltar esos patrones de conducta, esos programas y reacciones?
Aquello que andamos buscando en el mundo, es justamente aquello que necesitamos de nosotros mismos: la aceptación, la seguridad, sentirnos valiosos, la compañía, la confianza... pero sobre todo, ¡AMOR! Las relaciones no se basan en conseguir quién nos complete, sino quién nos acompañe.
Cuando en el ahora sanamos nuestro niño interior, no solo estamos cambiando nuestro futuro, también nuestro pasado se transforma. Nuestro niño interior vuelve a ser un niño sano, alegre, curioso, seguro, confiado y juguetón... y así, a partir de esa transformación, comenzamos a experimentar nuevamente la vida.
Y tú, ¿cómo te relacionas con tu niño interior?
¡Es tiempo de despertar! ¡Es tiempo de simplemente elegir ser feliz!
Y entonces… ¿te atreves a ir por MÁS?... ¿Más qué?: Más felicidad, más amor, más paz, más tranquilidad, más alegrías, más risas, más disfrute, más gozo, más juegos, más abundancia de TODOOO… más espiritualidad, más cariños, más ternura… ¡más consciencia!
Un aporte de:
María Jesús Martínez Bórquez
Psicóloga, Facilitadora de Ceremonias y Talleres.
Coach Ontológica. Terapeuta Floral.
Astróloga. Sahumadora.
Facebook: María Jesús Martínez Bórquez
Fono consulta: (+569) 6 478 0966
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