Muchas veces, cuando contemplamos la publicidad en la televisión, aparecen idílicas imágenes de personas rebosantes de alegría, exultantes, casi en un estado de euforia perpetua. Nos venden como
"ideal" esa estampa: prácticamente se nos culpa si no logramos alcanzar esos niveles, que a menudo parecen mediados por algún tipo de estupefaciente. Pero,
¿sería eso en verdad deseable?
Todas hemos experimentado instantes así: de plenitud absoluta... brillantes minutos que hicieron que mereciera la pena el camino recorrido.
Pero si esos minutos fueran eternos, si ese estado fuera el único que percibimos…
¿seríamos felices? La respuesta es: ¡NO!La felicidad ha sido muy discutida por la filosofía, enfocándose desde muy diversos puntos de vista, pero siempre con un punto en común:
diríamos que la felicidad refleja un estado de armonía interna, manifestada como un sentimiento de bienestar que perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero. Se diferencia de
la alegría en que ésta, por definición,
es pasajera y responde a estímulos externos. La alegría es una emoción muy básica, inconsciente y para manifestarse, precisa de su reverso oscuro: la tristeza. Así, quien no haya sentido nunca pesar, no podrá experimentar la alegría.
Pero tener episodios de alegría, no implica necesariamente ser feliz. La felicidad es mucho más compleja… no se trata de una emoción básica, sino que en ella participan numerosos factores; el más importante de ellos, es
nuestra propia voluntad.
Nosotras decidimos ser felices. Así, en palabras del filósofo
John Locke:
“la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.
Una persona que ha decidido ser feliz, es capaz de soportar la frustración, de resolver los problemas que la vida le presenta y de admitir que no puede controlar el devenir de las circunstancias, ni el paso del tiempo. Sabe sobreponerse a los males del pasado, contempla el porvenir con serenidad y disfruta del presente con la mesura que proporciona la experiencia. Sabe, además, que habrá momentos malos y momentos buenos, y sabe que ambos son imprescindibles para avanzar y experimentar... para aprender todo lo que nuestro paso por la Tierra, tiene que enseñarnos.
La búsqueda sin sentido de esos momentos de brillo cegador que nos vende la televisión, sólo nos aportará insatisfacción y neurosis.
La alegría viene sola… la felicidad, hay que “trabajarla”. Por eso, desde aquí, les deseamos muchos momentos de alegría; pero sobre todo, les deseamos que sean muy, muy felices.www.sabesloquequieres.com y Comuna Mujer