Por mucho tiempo, los masajes de relajación fueron considerados una técnica elitista, debido a que los centros de estética y masofilaxistas independientes (profesionales a cargo de realizar esta función), eran escasos y los productos que se utilizaban no alcanzaban a satisfacer la demanda.
Por otro lado, la sociedad era menos exigente y el ciudadano común y corriente, lograba desconectarse de sus labores diarias leyendo el periódico, viendo su programa de TV favorito o, simplemente, caminando por una plaza.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y las rutinas diarias se han visto aceleradas por demandas sociales: los niños entran antes al colegio, las jornadas laborales se extendieron y mil situaciones más, crearon un alza en el estrés general en la población y ese café de la tarde, la lectura del periódico u otras actividades, no sirven para retirar ese molesto dolor de espalda, el insomnio, estreñimiento, falta de apetito y tantos otros factores.
Así, los masajes de relajación surgen ya no como un “gustito pasajero”, sino como una necesidad.
¿De qué sirven?
Pues no es sólo dedicar un tiempo para uno mismo. Va más allá: pretende descargar las tensiones acumuladas y lograr un estado físico, metabólico y psicológico que sea armónico; dejando a quien lo recibe, relajado para interactuar con el entorno de la mejor forma.
Permite que la linfa transporte las toxinas de desecho corporal más fácilmente, beneficiando al sistema inmunológico. Se retiene menos líquido corporal. El intestino se relaja, logrando evacuar más fácilmente.
Y no se puede dejar de lado el factor psicológico y energético: ¿han explotado con rabia con sus parejas e hijos por motivos que no le atañen? ¿lloran en el supermercado? ¿o se molestan porque la cajera equivocó su vuelto dando una moneda de menos? Eso es tensión y puede ser liberada antes que suceda y afecte a la gente que amamos. Debemos canalizar esas energías a través de ese masaje para lograr equilibrarnos.
Hay muchas opciones de aplicación: un aceite de lavanda, mentol herbal y otros innovadores, como bañar el cuerpo en chocolate cosmetológico o crema de café (estos últimos son excelentes drenantes y reductores).
Es fácil. Nuestra recomendación es que todas logren dedicar un tiempo de la semana a ustedes mismas y verán que los cambios son notorios y no necesariamente un lujo impensable.
Mauro González G.
Maquillador/Asesor Imagen
Masofilaxista
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