Todas las personas somos diferentes y es esta cualidad la que nos enriquece y nos motiva a dialogar o realizar acciones con otros.
Hay dos rasgos distintivos que son comunes en las personas con discapacidad: por un lado tienen dificultad para realizar ciertas actividades y, por otro, desarrollan habilidades para compensar sus limitaciones, que nos asombran. En relación a otros aspectos de la vida, son como todos nosotros, quieren ser felices y esperan ser respetadas.
Si queremos prestar ayuda a una persona con discapacidad y ser eficaces, lo primero es reconocer su particular diferencia, considerarlo como un ser integral y evitar la sobreprotección.
Acerque la silla de ruedas, lo más posible, al sitio donde se transferirá la persona con discapacidad. Frene la silla. Colóquese cerca y, en forma coordinada con la persona, ayúdele desde el cinturón, bajo los brazos o desde las piernas. Identifique la forma más segura y útil según la persona a la que está ayudando.
Busque y utilice, en lo posible, las rampas para sillas de ruedas, para subir o bajar las cunetas. Ayude a la persona a establecer la ruta de acceso más fácil para llegar a un determinado lugar. Considere los sitios especialmente adaptados para discapacitados.
Si al ayudar debe enfrentarse a una escalera, hágalo de la siguiente manera: para subir, colóquese usted un escalón más arriba, incline la silla y gírela, de manera que sean las ruedas grandes las primeras en subir los escalones; la persona con discapacidad intentará ayudar, impulsándose del apoya manos.
Para bajar, quien ayuda se coloca un escalón más abajo, inclina la silla y la gira, de manera que las ruedas grandes sean las primeras en bajar cada uno de los escalones. La persona con discapacidad ayuda frenando la bajada desde el apoya manos.
Fuente: Teletón Uruguay
www.teleton.org.uy