En términos generales, se puede decir que la mujer vive más años de su vida en el período posterior a la menopausia. También en esta etapa, el ejercicio físico habitual tiene importantes beneficios: ayuda a controlar el aumento de peso y grasa corporal, mejora el estado de ánimo y crea sensación de bienestar, mejora los síntomas de la menopausia y disminuye las probabilidades de desarrollar enfermedades propias de las mujeres en edad avanzada, como enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebro-vasculares, osteoporosis, artrosis, incontinencia urinaria, reacciones tóxicas a los medicamentos, dolor crónico, etc.
En definitiva, en adultos de edad avanzada, disminuye el riesgo de caídas, ayuda a retrasar o prevenir las enfermedades crónicas y aquellas asociadas con el envejecimiento, mejorando su calidad de vida y aumentando su capacidad para vivir de forma independiente.