Estoy pasando unos días en Londres junto a mi hija, mi yerno y mis dos nietos, y dentro de las actividades que comparto con ellos, está la de llevar a mi nieto mayor de tres años al colegio y para ello, tengo que atravesar un parque muy grande, que les queda cerca. La experiencia es sensacional, porque me permite ir contándole historias o cantando alguna de sus canciones favoritas.
Durante mis caminatas, he observado con mucha alegría no solo a mamás llevando con sus cochecitos o con sus patinetes al cole a sus hijos, sino a cantidad de padres jóvenes cargando con sus niños en los hombros (muy propio de los hombres) o empujando las bicicletas de sus hijos. No solo eso... sino que en varias oportunidades, los he escuchado conversar animadamente mientras caminaban.
Mi reflexión en este tema, viene porque países como Inglaterra, Francia, Alemania (que han sido pioneros de la famosa y controvertida liberación femenina de los años sesenta), ahora están de vuelta en muchos de sus conceptos. Lo que antes con tanta vehemencia se proclamaba sobre el derecho de la mujer a criar a sus hijos sola, menospreciando la presencia de la figura paterna, ahora, después de muchos años, se comienza a reconocer la importancia del papel conductor del padre en la familia y en la crianza de los hijos.
El papel de la figura paterna en una familia, es tan importante como el de la madre. Nosotras aportamos seguridad, afecto, ternura y los padres aportan equilibrio, limites, protección y autoridad, dentro del núcleo familiar.
Es tan importante que el niño crezca con esa figura, que en Psicología, cuando en la familia no está presente (bien sea porque ha muerto o simplemente la pareja se ha separado), se recomienda que algún hombre próximo al niño, lo sustituya: puede ser un abuelo o un tío cercano, pero dentro de la estructura infantil, esa dualidad de figuras debe estar presente, para su equilibrio emocional.
También a nivel de pareja, un buen padre representa un alivio en la crianza de los hijos, pues será una persona en la que podrás confiar y apoyarte, en los duros momentos que seguramente vendrán.
Como madres, debemos reconocer que a veces somos demasiado permisivas con nuestros hijos: para nosotras, aunque crezcan, siempre serán nuestros pequeños y cuando esto ocurre, establecer límites se hace bastante complicado. Allí es donde se hace imprescindible la figura del padre, mucho más libre en estos casos para establecer normas y controlar que la situación no se vuelva conflictiva.
Las diferentes formas de expresar el cariño que tiene una madre y un padre hacia sus hijos, hará que ellos puedan establecer modelos de conducta adecuados.
Un buen padre, protector, cercano, cariñoso, hará que sus hijos crezcan en un ambiente propicio para desarrollar todas sus capacidades y aportará la seguridad que todo niño necesita para fortalecer su autoestima.
Veo con especial cariño, cómo mi yerno está totalmente involucrado en la crianza de mis nietos... cómo al llegar del trabajo, mi nieto corre a recibirlo con un abrazo... el tiempo que le dedica a él y al pequeñito... pero también, observo lo bien que ha equilibrado ese enorme cariño que le demuestra, con el respeto que mi nieto mayor siente hacia él.
No es un trabajo fácil: construir este tipo de relación lleva mucho tiempo y esfuerzo, pero es una de las tareas más importantes que tenemos por delante. Levantar seres coherentes, equilibrados y ¡felices!
Generalmente nuestros artículos van dirigidos a mujeres, pero hoy muy especialmente, queremos dedicar este post a los padres... los buenos padres, que con su cariño y entrega, colaboran de una manera excepcional a la gran tarea de levantar nuestras familias. ¡Bravo por ellos!Blog: Más que madres, España