Su adolescencia y juventud
Muy tempranamente, se dedicó a las dos actividades que la ocuparían intensamente a lo largo de su vida: la enseñanza y la literatura.
A los catorce años, comenzó a trabajar como maestra en una escuela de Compañía Baja, pequeño poblado de la Cuarta Región.
Al año siguiente, publica sus primeros poemas y textos en prosa, en el periódico Coquimbo, de La Serena. Se inicia, de ese modo, no sólo su carrera como escritora, sino también, una vinculación con la prensa escrita que tendría larga duración.
Es a esa misma edad, que Gabriela se enamora platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de veinte años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio.
Pero, en 1906, fue cuando se enamoró de un modesto funcionario de ferrocarriles: Romelio Ureta. Dicen que éste sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba, con el fin de ayudar a un amigo. Como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó. Más tarde, a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con “Sonetos de la muerte” (versos que relacionaron con el suicida), nació el mito que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
En 1908, Gabriela se desempeñó como maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibe mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Posteriormente su valía profesional, quedó demostrada al ser contratada por el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional (modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo).
Desde entonces, utilizó el seudónimo literario Gabriela Mistral en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos: el italiano Gabrielle D'Annunzio y el francés Frédéric Miztral.
Y comienza la aventura...
En el año 1917, Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya, publicaron una de las más importantes antologías poéticas de Chile, “Selva Lírica”, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetisas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en la que utiliza su nombre verdadero.
El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto de Punta Arenas en el extremo sur, donde dirigió su primer liceo y estimuló la vida de la ciudad, la marcó para siempre.
En 1920 se mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago en 1921.
Durante su estancia en la Araucanía, conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.
“Desolación”, considerada su primera obra maestra, aparece en Nueva York en 1922, publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro, los había escrito diez años atrás, mientras residía en la localidad de Coquimbito.
El 23 de junio de ese año, Gabriela Mistral zarpa hacia México en el vapor Orcoma, invitada por el entonces Ministro de Educación, José Vasconcelos.
Allí permaneció casi dos años, trabajando con los intelectuales más destacados del mundo hispanoparlante de aquel entonces.
Entre viajes y poesía
En 1923, se inaugura su estatua en México y se publica allí, su libro “Lectura para mujeres”.
Tras una gira por Estados Unidos y Europa, volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa, que se vió obligada a partir de nuevo.
En 1924, publicó en Madrid “Ternura”, libro en el que practica una novedosa "poesía escolar", renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (canciones de cuna, rondas, arrullos) desde una poética austera y muy depurada.
En 1926, comienza su carrera diplomática cuando entre este año y 1930, reside en Francia, desempeñándose como consejera y delegada en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual (Paris).
En ese periodo, se dedica intensamente a la escritura de artículos periodísticos, actividad que le provee de gran parte de su sustento, postergando la creación poética. Buena parte de esos textos, conformarían más tarde el libro “Recados”. Durante esos años, participó también en diversos congresos sobre la infancia y la educación.
En 1929, fue hondamente afectada por la muerte de su madre; hecho que se manifiesta en algunos de sus poemas más intensos, publicados más tarde en su libro “Tala”.
Su vida es, en adelante, una continuación de la errantía incansable que conoció en Chile, sin un puesto fijo en que utilizar su talento. Prefirió,entonces, vivir entre América y Europa. Así, viajó a la isla de Puerto Rico en 1931, como parte de un tour del Caribe y de América del Sur. Es en esta gira donde, en Nicaragua, el general Sandino (a quien Gabriela había dado su apoyo en numerosos escritos), la nombra "Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional".
Además, dió discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los demás países de la América Central.
A partir de 1933 y durante un periodo de veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades de Europa y América. Entre 1937 y 1938 viajó por Brasil, Uruguay y Argentina, donde realizó charlas y lecturas de poesía. Finalmente regresa a Chile, siendo recibida con homenajes… de vuelta a su patria, colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente Popular (1938), que llevó a la Presidencia de la República, a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda.
Premio Nobel e innumerables reconocimientos
La noticia de que había ganado el Nobel, la recibió en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941 y donde se había suicidado Yin Yin (Juan Miguel Godoy Mendoza) a los dieciocho años; su sobrino según se decía, hijo de un hermanastro y al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, había adoptado y con el que vivía por los menos desde que éste tenía cuatro años.
El 10 de diciembre de 1945, recibió el Premio Nobel de Literatura de manos del Rey Gustavo V de Suecia. Con este galardón, se convirtió en el primer literato latinoamericano en recibir el Nobel. En la ceremonia de entrega del galardón, se la llamó "reina de la literatura latinoamericana".
A finales de 1945, regresó a Estados Unidos por cuarta vez, esta vez como cónsul en Los Ángeles y con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Será allí donde al año siguiente, escribiría gran parte de “Lagar I”, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la Segunda Guerra Mundial y que sería publicado en Chile, en 1954.
En 1947, recibió el Doctorado Honoris Causa del Mills College of Oakland, California y en 1951, obtuvo el Premio Nacional de Literatura en su país.
Dos años después, Gabriela fue nombrada cónsul de Chile en Nueva York (participando luego en la Asamblea de las Naciones Unidas, representando a Chile), cargo que consiguió para estar junto a la escritora y bachiller norteamericana Doris Dana; a quien había conocido en 1946 y quien, fue receptora, portavoz y albacea oficial.
En 1953, Gabriela Mistral fue recibida con honores tras la invitación del gobierno de Chile encabezado por Carlos Ibáñez del Campo.
En esa ocasión la acompañó Doris Dana, a quien la prensa nacional identificaba como la secretaria de Mistral y que pisaba tierra chilena por primera y última vez. Fue recibida con un arco de triunfo, escolares destacados de diferentes colegios y las autoridades de la región; además se la honró con el título de Honoris Causa por la Universidad de Chile.
Posteriormente volvió a Estados Unidos… "país sin nombre", según ella. Para Gabriela Mistral, la ciudad de Nueva York era demasiado fría; ella hubiera preferido vivir en Florida o Nueva Orleans (había vendido su propiedad en California) y así se lo dijo a Doris, a quien le propuso comprar una casa a nombre de las dos en alguno de esos lugares; aunque finalmente, se asentó en Long Island, en la mansión de la familia de Dana.
El ocaso de una Mujer Notable
Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Gabriela Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poetisa. Además, acumuló un total de doscientas cincuenta cartas y miles de ensayos literarios, que hoy constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por la sobrina de Dana, Doris Atkinson, al gobierno chileno, después de su muerte, acaecida en noviembre de 2006. En total, se encuentran en la actualidad cuarenta mil documentos, custodiados en los archivos de la Biblioteca Nacional de Chile.
Mistral tenía diabetes y problemas de corazón; finalmente murió en el Hospital de Hempstead, Nueva York, a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años, estando Doris Dana presente.
Sus restos recibieron el homenaje del pueblo chileno, declarándose tres días de duelo oficial. Los funerales constituyeron una apoteosis: se le rindieron homenajes en todo el continente y en la mayoría de los países del mundo.
Sus restos llegaron a Chile, el 19 de enero de 1957 y fueron velados en la casa central de la Universidad de Chile, para después ser sepultados en Montegrande, como era su deseo. Una vez dijo que le gustaría que bautizaran un cerro de Montegrande en su honor; lo consiguió póstumamente: el 7 de abril de 1991, en el que sería su ciento dos cumpleaños… el cerro Fraile, pasó a llamarse Gabriela Mistral.
Doris Dana permaneció como albacea de la obra de Mistral y evitó enviarla a Chile hasta que no se reconociera a la poetisa como correspondía a su estatura mundial. Incluso llegó a extendérsele una invitación de parte del gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar; cosa que ella gentilmente declinó.
Su legado
En su testamento, Mistral estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur, debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, donde pasó sus mejores años de infancia... y el de la venta en otras partes del mundo, a Doris Dana y Palma Guillén (quien renunció a esa herencia, en beneficio de los niños pobres de Chile).
Esta petición de la poetisa, no se había podido realizar debido a un decreto que derivaba los fondos a editoriales e intelectuales. Este decreto fue derogado y actualmente, los ingresos producto de su obra, llegan a los niños de Montegrande en el Valle del Elqui.
El 15 de noviembre de 2005, Gabriela Mistral recibió un homenaje en el Metro de Santiago, en conmemoración de los sesenta años de su recepción del Premio Nobel.
Se le dedicó un tren boa, tapizado con fotografías de la poetisa.
En diciembre de 2007, llega a Chile gran parte del material retenido en Estados Unidos por su primera albacea, Doris Dana. Lo recibió la ministra de cultura chilena Paulina Urrutia, junto a Doris Atkinson, la nueva albacea.
El trabajo de recopilación, transcripción y clasificación, ha sido hecho por el humanista chileno Luis Vargas Saavedra que, al mismo tiempo, ha preparado una edición del trabajo, llamada "Almácigo".