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Grace Kelly: actriz, princesa y reina de la elegancia

Grace Kelly: actriz, princesa y reina de la elegancia
La vida de Grace Kelly podría haber pasado a la historia, como uno de cuentos con los cuales las niñas sueñan: el anhelo de ser princesas. Una pequeña de buena familia, que cumple su sueño de ser actriz y no contenta con ello, alcanza el éxito reconocido no sólo por su belleza, sino además por su talento y profesionalidad. Pero para alcanzar la felicidad plena, muchas mujeres siguen pensando en casarse con un príncipe azul… no sabemos de qué color iba vestido Rainiero de Mónaco cuando conoció a la actriz, pero en cuanto apareció en su vida, la marcó para siempre.

En la Europa meridional, frente al azul imposible del Mediterráneo, sobrevive un pequeño Principado de apenas dos kilómetros cuadrados de superficie y novecientos años de edad; un terreno que es pura roca y precipicio, caminos sinuosos, pero que guarda, sin embargo, la riqueza suficiente para alimentar a buena parte de la humanidad.

Situémonos en 1955. Ya hace diez años que terminó la Segunda Guerra Mundial y toda Europa occidenta, vive un tiempo de prosperidad y crecimiento. Sin embargo, el pequeño Principado de Mónaco tambalea y corre el riesgo de desaparecer como tal. No sólo porque Francia e Italia luchan por integrarlo a sus territorios, sino porque, además, la Corona vive ásperas luchas internas y su economía es un verdadero desastre. Ya han quebrado la mayoría de sus bancos y sus casinos.

El hombre al frente del Principado es Rainiero, de la casta de los Grimaldi. Aún en la debacle, sigue siendo un hombre poderoso. Y aunque no le faltan asesores políticos ni consejeros, será un sacerdote el que le acerque la solución definitiva; un santo remedio para que la dinastía Grimaldi no se desbarranque tras novecientos años de reinado. La receta del cura era sencilla: el Principado sólo podría salvarse con un efectivo golpe mediático; un hecho que pusiera a Rainiero en la tapa de todos los diarios del mundo y le devolviese la credibilidad y el glamour perdidos. No sólo frente a los demás países, también frente a sus propios habitantes. Lo que el cura proponía era… una boda.

El Principado pedía a gritos una princesa. Rainiero ya estaba en edad de casarse y por otra parte, necesitaba herederos con urgencia. Tomada la decisión, se confeccionó una larga lista de candidatas. Una especie de “lista blanca”. Todas las mujeres propuestas eran, de algún modo, famosas; todas de “familia reconocida”, todas increíblemente bellas. Primera en la nómina: una actriz americana, rubia, de mirada melancólica y deslumbrante a la vez, con un franco ascenso en la industria cinematográfica de Hollywood. Rainiero y sus asesores no dudaron. Esa criatura era el carisma, la belleza en estado puro. Mónaco necesitaba a esa mujer. Su nombre era Grace Kelly

Los comienzos de Grace

Nació en Filadelfia, en el estado de Pensilvania, el 12 de noviembre de 1929, como Grace Patricia Kelly; en el seno de una familia de origen irlandés y católica. Su padre, era un empresario y deportista, que había ganado tres medallas de oro olímpicas en Remo. El mismo, tenía un negocio de ladrillos, que le funcionaba a las mil maravillas; siendo una familia ciertamente acaudalada.

De sus cuatro hijos, tres iban a seguir sus pasos como deportistas y hombres de negocios. Pero la pequeña Grace seguiría otro camino… sus cualidades actorales ya eran notorias en las representaciones teatrales de la escuela primaria, en las que mostró una muy temprana vocación actoral.

Animada por sus tíos (sobre todo por George, que fue premio Pulitzer) y luego de graduarse, Grace dió comienzo a su mayor anhelo desde niña: ser actriz. A pesar que su familia se opuso a esto, nada la detuvo para que en 1947 (con apenas dieciocho años), se trasladara a Nueva York, para estudiar en el American Academy of Dramatic Arts (Academia Nacional de Arte Dramático).

También apareció en algunas revistas posando como modelo y tras graduarse, comenzó a trabajar en televisión y en producciones teatrales: una niña bien que, no obstante, se tomaba muy en serio su vocación artística y no la consideraba un mero capricho.

Así, tras labrarse cierto nombre en el teatro neoyorquino, fueron llegando directores que se fijaron en su porte y cualidades para ofrecerle papeles en sus películas. En 1949, consiguió su primer papel en Broadway, la zona de teatros más prestigiosa de Nueva York. Seguidamente, hizo algunas apariciones en televisión, hasta que decidió trasladarse a Los Ángeles, para probar fortuna en el cine.

Sus películas

Ya en 1951, a los 22 años, Kelly hizo su primer film, "Catorce horas", actuando en un papel secundario. Su elegancia y delicada belleza, llamaron poderosamente la atención en Hollywood; de forma que al año siguiente se le ofreció el papel principal en el western "Solo ante el peligro" (1952), junto a Gary Cooper.

En esa época comienzan a surgir los rumores sobre sus relaciones amorosas y en casi cada uno de los filmes que protagonizó, surgieron historias sobre romances con sus compañeros de rodaje. En pantalla, solía dar imagen de chica con clase, un tanto fría pero simpática y apuntaba cierto aire de princesa. Pero fuera de los platós, no perdonaba: en 1953 rodaba “Mogambo” junto a Clark Gable y su amiga Ava Gardner y ya se le señaló un affaire con él (por entonces, ya veterano galán). Es por este film, que Grace fue candidata al Oscar como Mejor Actriz de Reparto.

En ese momento, el genial Alfred Hitchcock se fija en ella. El británico afincado en América, sentía fascinación por las rubias del estilo de Grace Kelly y le ofreció el papel protagonista de “Crimen perfecto” en 1954, junto a Ray Milland. En su corta carrera cinematográfica, Kelly fue una de las actrices favoritas de Hitchcock. La genialidad de Hitchcock como director y el “ángel” de Kelly, fueron la combinación perfecta.

Ese mismo año, participa en el rodaje de “La ventana indiscreta”, con James Stewart y un año después, en “Atrapa a un ladrón” con Cary Grant.

Trabajó seguidamente al lado de Sir Alec Guinness, en el "El Cisne", un anticipo de la aristocrática vida futura que le esperaba (1955). Un año antes, había filmado "Los puentes de Toko-Ri" y "Fuego verde".

Hay quien pueda pensar que simplemente era un buen cuerpo y una sonrisa angelical. Sin embargo, la Academia hollywoodense, no pensó lo mismo y en 1954 le dieron un Oscar a la Mejor Acriz Principal, por su papel en “La angustia de vivir”, co-protagonizada por Bing Cosby y William Holden. Fue éste el año cinematográficamente más movido de la actriz.

Pero sentimentalmente la cosa no quedaba atrás. Desde Ray Milland, su compañero en “Crimen perfecto”, a William Holden, Clark Gable, Gary Cooper, Cary Grant o el diseñador Oleg Cassini, pasando por el amor que le profesó el actor Bing Crosby, muchos quedaron cautivados por la belleza de esta mujer. Pero en 1955 tuvo lugar el “flechazo de su vida”.

Comienza su acercamiento a la Corona…

Mientras asiste al Festival de Cannes de 1955, es llamada para una sesión de fotos con el Príncipe Rainiero de Mónaco. En un principio ella no le da importancia al asunto e incluso decide no ir, pero el mismo Oleg Cassini la convence y durante dicha sesión, la pareja parece congeniar.

Kelly, que ya había cumplido el sueño de ser actriz, famosa y millonaria, ahora representaba algo mucho más inalcanzable para el común de las mujeres, y que era tan antiguo como la mujer misma: el sueño de ser Princesa. Lo que sólo ocurría en los libros de cuentos, para Kelly se hizo realidad de la noche a la mañana. De pronto, el mundo se olvidó de su profesión de actriz y pasó a ser, a secas, “la futura Princesa de Mónaco”. Todas las miradas y todo el peso de la Corona, recayeron sobre esa figura delgada y traslúcida que, con 25 años y una larga lista de romances, todavía conservaba algo de niña.

Como suele ocurrir en estos casos, el denominado “periodismo rosa”, le cayó encima de una manera atroz. Los medios se ocuparon de asediarla y no darle un segundo de paz. Consciente o no de la vida que le esperaba, Grace Kelly aceptó las reglas del juego. Pero de algo no caben dudas: su vida dejó de pertenecerle. Ahora le pertenecía a la Corona.

Tras un galanteo corto, en 1956 tiene lugar la boda. En su última película “Alta Sociedad”, nuevamente junto a Bing Crosby (todo un presagio), Grace luce ya un gran anillo de compromiso.

En abril, se traslada a Mónaco para casarse con Rainiero. Una boda de cine, que se lleva a cabo el 19 de abril de 1956, con la mayor cantidad de prensa conocida hasta entonces. Pero sin la presencia de la realeza europea, que considera la boda como de segunda clase. Por muy rica y elegante que fuera Grace, no dejaba de ser a ojos de la nobleza del Viejo Continente, una “artista”.

El Príncipe, ya le había manifestado a Grace (y muy a su pesar), que si se convertía en Princesa de Mónaco, debía dejar el cine; dado que era incompatible con los deberes de una futura princesa. El matrimonio fue considerado como la Boda del Siglo, por los medios de prensa.

Hay versiones encontradas en cuanto al por qué del matrimonio. La primera, la que más se acerca al “Cuento de Hadas”, refiere a que Grace cautivó al Príncipe… que este le propuso matrimonio y que, algunos meses después, viajó a Filadelfia para pedir formalmente su mano a su familia. Papá Kelly se habría negado en un principio, pero luego accedió por la insistencia de su hija. La segunda versión, refiere que el Principado de Mónaco ejerció una fuerte presión sobre la familia (y sobre la misma Grace), para que la boda se realizara cuánto antes. Al fin y al cabo, era una cuestión de Estado. Y nadie podía darse el lujo de rechazar al Príncipe de Mónaco. Ni Grace Kelly ni nadie.

La boda y su cambio de vida

Al casarse con el Príncipe Raniero III de Mónaco, se convirtió en “Su Alteza Serenísima, la Princesa Gracia de Mónaco”. A partir de entonces su vida y su trabajo, estuvieron dedicados por entero a su familia y a su nuevo país.

La ceremonia tuvo una enorme repercusión mediática y económica. Frente a una cobertura periodística sin precedentes, Mónaco recuperaba el glamour perdido y le mostraba al mundo que la Dinastía de los Grimaldi, estaba más saludable que nunca. De hecho, la incursión de Grace Kelly en la vida del Principado, fue determinante. Los habitantes se aglutinaron en torno a la figura de su Princesa y recuperaron su identidad de monegascos.

Pero, por otra parte, la boda le valió a Rainiero la reinserción en el ámbito político internacional. Sólo por dar dos ejemplos: Grace Kelly le abrió al Príncipe de Mónaco, las puertas de la Casa Blanca y del Palacio de Buckingham, donde fueron recibidos por la Reina Isabel II, que se declaró a todas voces “una admiradora incondicional de Grace”.

La Corona, de este modo, alcanzó con creces su objetivo. Lo que no queda muy claro es por qué una actriz talentosa y reconocida, con una carrera en franco ascenso, reciente ganadora de un Oscar, renunciaba a todo para encerrarse en un castillo. Lo que sí se sabe con certeza es que, dentro de los innumerables requisitos impuestos por el Principado, estaba la condición de que Grace Kelly debía abandonar definitivamente su carrera cinematográfica. Muy a pesar de ella. Y muy a pesar de su maestro.

Kelly fue, sin dudas, la niña mimada de Alfred Hitchcock, que no ocultó su frustración cuando Grace se vió obligada a dejar el cine. Desde entonces, la obsesión del director fue reemplazarla con distintas actrices que incluso se le parecían físicamente; entre ellas Kim Novak y Tippi Hedren. Pero nunca logró encontrar la sustituta perfecta. También para Hitchcock, Grace era única.

Así todo, Hitchcock y la ahora Princesa de Mónaco, mantuvieron su amistad y en más de una ocasión la visitó el Palacio Real para conversar con su amiga, a quien consideraba “lo más cercano a una hija”. Habría sido en uno de esos encuentros, que Grace le confesó cuánto extrañaba su trabajo de actriz y que necesitaba filmar una película para no volverse loca de encierro. El comentario, hecho al borde de una piscina en Montecarlo, se convirtió en pedido formal algunos meses más tarde. Fue una carta enviada a Hitchcock a los Estados Unidos, que tenía escrita una sola línea: “¿Tienes alguna película para mi?”

En 1964, Hitchcock, sin dudarlo, le ofreció el papel principal de su nueva película, “Marnie, la ladrona”. Grace lo aceptó de inmediato, a pesar de la resistencia de Rainiero. Pero quienes más fuertemente se opusieron fueron los “asesores” de la Corona y la mayoría del pueblo monegasco. Grace insistió y hasta propuso donar el caché de la película a un hospital de niños, pero no fue autorizada. Todos coincidieron en que la Princesa de Mónaco no podía mostrarse en la pantalla besándose con galanes. Eso era algo que de ningún modo podía negociarse. La carrera cinematográfica de Grace Kelly había terminado para siempre.

Tiempos sombríos…

De la intimidad en los años que siguieron se sabe muy poco. La hermética vida de los monarcas no da lugar a muchas conjeturas. La “Princesa Gracia”, sólo se mostraba en público cuando debía acompañar a Rainiero o cuando patrocinaba alguna obra de beneficencia.

Como se sabe, tuvo tres hijos: la Princesa Carolina (nacida el 23 de enero de 1957), el Príncipe Alberto II (nacido el 14 de marzo de 1958) y la Princesa Estefanía (nacida el 1 de febrero de 1965), a quienes se dedicó a criar en la fastuosa Finca Real de Montecarlo.

Muerto Hitchcock, ya no recibió ofertas de trabajo: tampoco hubiese podido aceptarlas. Su vida se limitó al protocolo en el mínimo y exclusivo ambiente del Principado. Pero algo es indiscutible: con su carisma, su sensibilidad y su encanto, supo ganarse el cariño incondicional de todos los monegascos.

Si por fuera era toda una profesional de la realeza, por dentro los problemas aparecían. Primero, por su intención de no ceñirse a las normas y por ver sus anhelos de ser actriz, quebrados. Y segundo, por los problemas de educación de sus hijos. La princesa mataba el “gusanito” con lecturas poéticas o poniendo su voz para series televisivas. Además, los problemas conyugales comenzaron a aparecer y las escapadas de Grace de Mónaco a París, eran cada vez más frecuentes; apareciendo de nuevo los rumores de idilios de la princesa, con algún que otro joven.

Pero, lo que hace que de la noche a la mañana la figura de Grace Kelly deje de ser para el imaginario colectivo, la de la joven y radiante actriz de sus películas, serán los “affaires” de su hija mayor Carolina. Su boda en 1977 con Philippe Junot, un “cazadotes”, traerá por la calle de la amargura a Grace. Las disputas con su hija por este matrimonio, le causarían algún que otro trastorno; así como el comportamiento de su otra hija, Estefanía. Poco amantes de la disciplina y de los estudios, harán que ante el público, Grace aparezca como una madre severa, que intenta disciplinar a sus díscolas hijas.

Con un poco más de seguridad, se sabe que, más allá de las apariencias, Grace Kelly llevaba una vida desdichaba y vacía en la residencia de Montecarlo. Como declaró una vez un poblador del Principado: “Uno nunca sabe muy bien qué es lo que ocurre allá arriba”, en referencia al Palacio Real. Pero algunos de los que tenían acceso al fuero íntimo, coinciden que Grace, en sus últimos años, estuvo hundida en una profunda depresión; que su adicción al alcohol era cada vez más notoria y que había tenido serios problemas con Rainiero por los constantes llamados telefónicos a sus viejos amigos Cary Grant y Frank Sinatra.

Carretera hacia el fin

Es así, que el 13 de septiembre de 1982 Grace y su hija Estefanía salen en coche desde una residencia familiar hacia Mónaco. Por el camino, madre e hija discuten y en una de las curvas, el coche se sale de la carretera. Es la misma carretera que aparece en la película “Atrapa a un ladrón”, donde la Princesa y Cary Grant hacen un picnic.

Estefanía salió ilesa y se rumoreó que era la que conducía el coche en el momento del accidente... se dijo también que ambas tenían una relación tormentosa y violenta y que iban golpeándose al momento del desbarranque. Un camionero que venía detrás de ellas, asegura que Grace y su hija nunca tomaron la curva y que ni siquiera se encendieron las luces de los frenos. Lo cierto es que el automóvil Rover, luego del accidente, fue llevado bajo estrictas medidas de seguridad al Palacio Real. Nunca se hicieron las pericias oficiales y al cuerpo de la Princesa, no se le realizó autopsia.

Al día siguiente, la Princesa Grace murió, sin haber recobrado nunca el conocimiento, en el Centro Hospitalario Princesa Grace. Tenía 52 años. El Príncipe nunca pudo superar la pérdida de su esposa.

Grace de Mónaco murió en 1982, pero Grace Kelly, la actriz, murió muchos años antes. Algunos guardarán para sí el personaje de la Princesa: la muchacha que logró el sueño imposible de casarse con un monarca y que salvó de la ruina, nada menos que al Principado de Mónaco. Otros, los fanáticos del cine, tal vez se queden con la imagen de la muchacha americana de las películas de Hitchcock: esa muchacha delgada, de mirada ingenua y sensualidad lánguida, que supo cautivar desde cada uno de sus personajes… un personaje mediático en toda su extensión, que reunió a la vez el “glamour” de Hollywood, con el encanto de la realeza.

Como sea, la propia Grace se encargó, poco antes de morir, de dejar en claro su deseo: "Me gustaría que me recordaran no como Princesa o como estrella de Hollywood, sino como una mujer que ha tratado siempre de mejorar las cosas a su alrededor"… y tal vez solo así, deberíamos recordarla… fundamentalmente, como la mujer que simplemente, quiso ser feliz.


Comuna Mujer

Comentarios (6)

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Comuna Mujer 07-07-2016

Gracias Alba por tu comentario, cariños.

ALBA 06-07-2016

muy interesante y triste historia, gracias por compartirla

Comuna Mujer 26-01-2012

Hola, Cecilia! Te agradecemos mucho tu comentario. Es lamentable que una mujer tan excepcional, haya tenido un final tan trágico.
Te mandamos un beso grande y te agradecemos que nos acompañes.

Cecilia 25-01-2012

Yo tambien le puse a mi hija mayor Estefania (21), por la hija de Grace y tambien Carolina a otra de 16 años... creo que ese principado no era para ninguna de las dos, y que al igual que Diana, Grace se la jugo... pero le costo muy cara la decision.
Besos.

Comuna Mujer 23-11-2011

Hola, Marita! Agradecemos tu comentario y tendremos en cuenta tu sugerencia, acerca de publicar algo sobre la princesa Estefanía. Muchos saludos.

marita rodriguez 22-11-2011

la verdad no conocia bien su historia, soy fanatica incondicional de su hija ESTEFANIA al punto q a mi unica hija le puse el nombre en su honor, me gustan xq son sinceras y lo q mas me gusta es q el titulo les resbala, y no hace diferencia entre el principado y la gente comun. Publiquen algo de ella.

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