En general, alrededor del primer año del niño, se plantea en los padres la encrucijada de resolver si enviar o no a sus hijos a una guardería, y cuándo es el mejor momento para hacerlo. Hasta este momento, resolvieron el cuidado del bebé, aunque muchas veces provisoriamente, con cuidadoras o abuelas. También se ven otros casos de niños que, a esa edad, empiezan en una guardería. Claro está, que en algunas ocasiones no hay mucha opción, porque las madres tienen que volver a trabajar y no tienen con quién dejar al niño.
Hay varias teorías con respecto de qué es mejor y qué no. Hay quienes priorizan la socialización y estimulación temprana, y apoyan este tipo de lugares, ya que están pensados para el desarrollo del niño en esa edad.
Otros en cambio, se basan en que el niño recién tiene necesidad y capacidad de socializar a los tres años. Hasta ese momento, juega en paralelo y recién a esa edad, interactúa con sus pares... por lo que no sería necesario llevarlo hasta llegada esa etapa.
Ambas posturas son aceptables; aunque también hay otras basadas en un tema sanitario. Se tiene en cuenta que, cuando empiezan una guaderia, los niños se enferman más y los contagios son más frecuentes. En contraposición, otros lo consideran como parte inevitable de la inmunización que el niño va a tener que pasar tarde o temprano. Siempre se van a enfermar más el primer año que concurran, sea a la edad que sea.
Cualquiera de estos factores que se tenga en cuenta, no hay que olvidar la individualidad de cada familia y de cada niño. En mi opinión, esto es fundamental a la hora de decidir: no hay regla que establezca que lo que es mejor para un niño, va a ser mejor para otro.
A tener en cuenta...
Todo va a depender de varios elementos que cada familia tendrá que sopesar, a la hora de tomar la decisión. Algunos de ellos son:
- el aspecto emocional y personalidad del niño
- el factor económico
- cuáles son las alternativas que se le pueden ofrecen en caso de que no se le inscriba en una guardería.
Una vez tomada la desición de que asisitirá a la guardería, hay que sumarle la cuidadosa elección de la misma.
Opciones
Si la opción es dejarlo al cuidado de una persona mayor (como pueden ser los abuelos), hay que tener en cuenta cómo se encuentra esa persona de salud, capacidades y paciencia. No debemos olvidar que los abuelos no tienen la misma fuerza que cuando eran jóvenes, los mismos reflejos, ni la misma salud. Muchas veces están muy bien, y otras no, y en ocasiones se dejan niños al cuidado de personas que no están en condiciones de hacerse cargo.
Si es la opción es una cuidadora, pedir siempre el máximo de referencias, ya que es la única responsable de nuestro hijo mientras nosotras no estemos con él.
Considerar también qué opciones de estimulación se le puede ofrecer como alternativa a la estimulación de la guardería. Si lo pueden sacar a una plaza, piscina o jugar con elementos que acompañen su desarrollo... o si va a estar solamente dentro de un corral, o en su casa sin salir a ningún lado ni ver a nadie.
A veces las madres no trabajan, pero el hecho de no tener ninguna libertad y atender a su hijo todo el día (y noche), puede llevar a que no tengan siempre la paciencia adecuada, y lo cobren con mal humor... con lo que dejar al niño unas horas en una guardería, es una opción igualmente válida. También hay niños más inquietos que otros y con mayor necesidad de atención.
Estas son algunas de las ideas a manejar cuando se opta por una u otra alternativa.
Pros y contras
En las guarderías se aprenden rutinas en forma natural: aprenden a esperar, a compartir y respetar al otro, asi como también van a copiar malos hábitos de algún otro compañerito. Y sí... el primer año se enferman más y como consecuencia, pueden llegar a faltar, y tendrán que acudir a otras opciones para su cuidado durante los días de enfermedad.
Hay una alta estimulación para el niño en las horas pasadas allí y esto hace que desarrolle su capacidad de adaptación a situaciones diferentes, y conozca otras cosas distintas a las cotidianas en su casa. Y sobre todo van aprendiendo hábitos, como por ejemplo: horarios para las comidas, juntar los juguetes, lavarse las manos, etc. Todo esto acorde a cada edad y en forma progresiva.
En mi opinión, en la mayoria de los casos, la experiencia es positiva. Lo que sí creo, que mientras se pueda (si no hay temas laborales de por medio), lo aconsejable será unas pocas horas: tres o cuatro horas diarias, que permitan esa estimulación adecuada, sin perder su referencia al hogar como lugar principal. Y por supuesto, que es por demás importante, la adaptación: esos días que la madre y/o padre acompañan al niño al lugar y lo van dejando progresivamente, hasta que el pequeño ya está adaptado a la maestra, al lugar físico y a los compañeros.
La decisión
Cualquier decisión que los padres tomen luego de sopesados todos estos puntos que mencioné anteriormente, debe hacerse sin culpa, sintiéndose tranquilos que para el niño va a ser positivo lo que ustedes eligieron.
No es sencillo ser padres: nadie lo sabe todo de antemano... se va aprendiendo sobre la marcha, y teniendo aciertos y errores. La guardería es sólo el comienzo de muchas decisiones que luego van a tener que tomar respecto al futuro de vuestros hijos.
Más allá de guarderías, colegios o cuidadoras, el amor brindado a ese niño las horas (sean pocas o muchas) que ustedes estén con él, es lo más importante para un crecimiento emocional adecuado y eso, todos los padres podemos hacerlo.
Ps. Silvia Cardozo
ensil@adinet.com.uy
Terapeuta Cognitivo-Conductual
Técnico en Sexología Clínica
Integrante, Coordinadora y Docente de Suatec (Soc. Uruguaya de Análisis y Terapia del Comportamiento)
Teléfono del consultorio: 2 707 90 27