Inexplicable
Ciertas conexiones nos traen paz
Nacida en el interior, Camila no podía acostumbrarse a la contaminación auditiva de la capital, a la que había tenido que mudarse para cumplir su sueño.
Le resultaba imposible relajarse y llevar a cabo su actividad de pintora, por el tránsito y los martillazos permanentes que golpeaban en su cabeza, hasta cuándo ni existían... era agobiante.
Una tarde, mientras miraba dispersa al lienzo vacío, comenzó a sentir los sonidos de un violín lejano. Era tan bello que pensó que estaba soñando. Exaltada, se dirigió al palier del edificio.
La música se sentía fuerte y rimbombante. Comenzó a llorar de alegría. Finalmente había terminado su agonía.
Los días que siguieron, esperaba ansiosa la hora de esa magistral melodía y esta no la decepcionaba nunca: la enamoraba.
Había encontrado la inspiración deseada. Diariamente a las tres de la tarde, tenía una cita con ella... Camila con su lienzo en la escalera y ella, a través de la puerta, dando notas de alegría y esperanza.
Su conexión era inexplicable.
Lucía Rubio