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La olla de oro al final del arco iris (cuento)

La olla de oro al final del arco iris (cuento)
"Siendo aún muy pequeño, noté que las personas de mi ciudad, de tanto caminar lastimaban sus pies, y esto les causaba dolor y padecimiento. Fue así que decidí que al crecer, me dedicaría a confeccionar zapatos. 

Ya convertido en adulto, ocupaba todo mi tiempo en ello; cada par de zapatos que finalizaba, se lo iba dando a quien veía que lo necesitaba.

Resultó que algunas de estas personas pudieron caminar mucho y muy lejos, con los pies ahora sanos y sin lastimaduras, por usar los zapatos que les había confeccionado. Mi trabajo les sirvió para viajar y obtener dinero y me lo fueron retribuyendo, dándome como regalo varias monedas de oro.

Fui colocando las monedas en calderos y con el tiempo, llené varios. Hoy puede decirse que tengo lo que tú llamarías un tesoro.

Como no ha faltado quien ha querido apropiarse de él, he tenido que esconderlo... pero así como otras personas han sido generosas conmigo, he decidido serlo también, revelando cada tanto, el lugar donde se encuentra. 

Para que sea visible para todos, me he valido del arco iris para indicar la ubicación exacta donde les he guardado. 

Así, una vez finalizada la lluvia y con la salida de los primeros rayos de sol, quedará visible la ubicación y quienes lo deseen, podrán ir en busca de las monedas. 

Pero si solo bastara con conocer el paradero, hacerse del tesoro sería demasiado fácil y muchas personas podrían llevarse las monedas sin darme suficiente tiempo de reponerlas. El tesoro se acabaría rápidamente y no habría qué repartir. 

Por eso, he puesto custodios. Los mismos se asegurarán que solo los de corazón puro puedan alcanzarlo. Le he encomendado tal tarea a unos astutos duendes, expertos en trucos. Ellos se valdrán de diferentes artilugios para confundir a quienes intenten llevarse la olla. 

Son muchos los que han intentado conseguir el tesoro, la leyenda¹ (de origen irlandés) más famosa cuenta que un granjero se encontraba trabajando en sus tierras, cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja.

Convencido de que se trataba de un leprechaun (un duende irlandés), el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro. El duende sólo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. 

Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de otros cientos de arbustos idénticos. Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado. Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el leprechaun le señaló que ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió que le liberara. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro. Cuando el granjero regresó al campo a los pocos minutos, todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos.

El leprechaun es un ser bastante listo e ingenioso: cuando le atrapan, se suele volver dócil y generoso para comprar su libertad a cambio de una bolsa llena de monedas de oro, qué terminará convirtiéndose en ceniza una vez que el duende esté de nuevo en libertad.

Ahora bien, si miras fijamente al duende, congelarás sus movimientos y de esa manera podrás tomar el oro. Presta atención: no podrás quitarle tu mirada ni siquiera un segundo, no podrás incluso pestañear... tan solo con un fugaz parpadeo, el hechizo se desvanecerá y el duende desaparecerá con el tesoro. Además, te advierto, mientras lo mires, intentará distraerte.

De los muchos que lleguen al final del arco iris, muy pocos se embarcarán en la hazaña de superar al leprechaun. Serán solo aquellos en los que existe la confianza de que pueden hacerlo por ellos mismos, sin recurrir a trucos sin sentido... aquellos quienes se aventuren aun sabiendo que es una tarea imposible. Para ellos serán entonces, las monedas de oro...
 
- "Mamá, me encantó la historia que leíste, pero ¿ha alcanzado alguien las monedas de oro alguna vez?"

- "No lo sé hija, si deseas hacerlo, deberás aventurarte aún en la incertidumbre.""

Adaptación libre de la leyenda irlandesa de la olla al final del arco iris.

Viniste a ser feliz, no te distraigas demasiado

Viniste a ser feliz, no te distraigas demasiado
Cual monedas de oro con las cuales llenar un caldero, voy atesorando los momentos felices cuando éstos se presentan…

Esa capacidad de alcanzar -aunque más no sea por momentos- ese estado de satisfacción para con la vida, independientemente de las circunstancias que ésta plantea, es a lo que le llamo, felicidad.

Pero, una vida feliz no es aquella que no tiene dificultades. 

Si éstas llegaran a presentarse, míralas de frente... no intentes engañar a la vida con trucos, no tiene sentido, ella es la experta. Confía en ti.

De eso se trata alcanzar la olla al final del arco iris.


Sofía Davies
para comunamujer.com

(1)

La olla al final del arco iris, mito que surgió en Irlanda, donde la leyenda cuenta que al final del arco iris hay una gran olla custodiada por los leprechaun (duendes), quienes son criaturas de la naturaleza, sumamente traviesos. A los individuos que quieran llegar, les ponen obstáculos en un camino largo y difícil... pero si logran llegar al término del arco iris, tendrán su recompensa: los leprechaun "les regalan una gran olla llena de pepitas de oro".

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