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La vida es un Hotel

La vida es un Hotel

En estos días por razones laborales, me ha tocado recorrer muchos hoteles y como siempre ando mirando e investigando (al ser mi gran deformación profesional), empecé a percibir que un hotel es muy parecido al flujo de la vida.

Primero: todos sabemos al llegar a un hotel, que nos tendremos que ir... pero sobre todo, si estamos de vacaciones, es algo que preferimos negar: que es lo mismo que nos pasa cuando nacemos, al ser plenamente conscientes de que nos vamos a morir... pero nunca hay mucha capacidad para hablarlo, enfrentarlo, y vivir para gozar y aprender de la vida, teniendo en cuenta ese momento de transformación.

Se dice que alguien que tiene conciencia de muerte, tiene mejor capacidad para disfrutar de la vida, independiente de lo que le toque vivir.

Es verdad que no todos llegan a hoteles gratos, ni cómodos y lo único que uno quisiera al llegar, sería poder irse de ahí lo antes posible. Cuando he tenido que vivir esas circunstancias, también he logrado aprender que aún estando en algo que no me gusta, que está sucio e inhóspito, puedo empezar a rescatar lo positivo, para hacérmelo lo más grato posible... incluso hermosearlo con cosas simples, para aceptarlo mejor. Con el dolor, las injusticias, la pobreza, enfermedad, etc., también se puede hacer lo mismo; y sobre todo, se le puede poner muchas ganas para mejorar e ir cambiando esa situación.

Dentro de un hotel todos cumplimos una función: unos huéspedes y otros trabajadores... y claramente eso es rotativo, porque al final todos trabajamos y tenemos algún tiempo para el descanso. Lo clave aquí, es que la vivencia en el hotel (la vida), dependerá de nuestra actitud. Era impresionante observar en ellos, cómo había gente que solo alegaba y discutía, reclamando por todo... y como habían otros, que disfrutaban hasta de los placeres más pequeños, con una actitud permanente de agradecimiento (frente incluso, a las mismas cosas).

Dentro de un hotel uno ve gente pasar, otros se hacen como invisibles y pocos, dejaran huella donde estuvieron... con su sonrisa fácil, trato amable y gentileza. Para esto, da lo mismo estar trabajando en el hotel o ser un huésped de mucho o de poco tiempo. Hay gente que camina por la vida, con la sensación permanente de querer dejar huella y entregar algo de su corazón mientras transita por ella, y otros, en cambio, avanzan sin entregar mucho y pensando solo en ellos. Estos en un hotel, para su personal (de acuerdo a lo que me contaban), son fácilmente reconocibles.

Es muy loco ver gente llegar e irse todo el tiempo, que si uno tuviera siempre esa mirada como desde lejos, con la vida pasaría lo mismo. La gente que trabaja en los hoteles tiene que hacer esfuerzos, muchas veces, para no hacer apegos con la gente... para no tener tristezas con sus partidas: gran lección para todos, frente a los cambios de la vida.

Parece ser que el secreto es dar siempre lo mejor, sin saber cuándo se acaba. Vivir el presente es la clave de un buen hotel. Aprender a vivir cada momento como el último y disfrutar de cada detalle, independiente de la razón, el tiempo y el lugar que ocupemos en ese espacio.

Parece ser esto mismo la clave para una buena vida... ¿o no?



Pilar Sordo
www.pilarsordo.cl

Comentarios (2)

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Comuna Mujer 07-02-2014

Qué lindo, Cielo! Nos encantan tus palabras y recuerda que si uno se lo propone, se puede sentir así de bien!! Un beso grande y gracias por comentar.

CIELO DE SOUZA 06-02-2014

EXCELENTE!! OJALA PUEDA SENTIRME ASI TODOS LOS DIAS DE MI VIDA: COMO CUANDO ESTAS LEYENDO ESTO.

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