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Las fantasías sexuales en la pareja

Las fantasías sexuales en la pareja
En diferentes circunstancias, la actividad sexual puede transformarse en una rutina, difícil de sobrellevar. Existe el pensamiento divulgado, que la convivencia es la responsable de la rutina que lleva al aburrimiento en la actividad sexual. Si bien esto pareciera ser en gran parte de este modo, nada dice que la variación de “partenaires sexuales”, fuera garantía contra esto… tal vez sólo pudiera ser otra rutina.

Que la convivencia, las exigencias que los anillos externos imponen a la pareja, la vida cotidiana, la atención de los hijos, atentan contra la sexualidad, parece ser un hecho en la experiencia. Con el tiempo, uno va siendo muchas veces, un atónito testigo de cómo la vida sexual, se transforma en una rutina que puede alcanzar lo insípido. Esto no tiene relación alguna con los sentimientos amorosos, con el afecto, los puntos de encuentro, los otros aspectos de la vida compartida y/o individual, que pueden seguir desarrollándose y hasta siendo cada vez más fuertes y consolidados en la relación.
 
Es sólo que el tiempo pasa, no hay suficiente tiempo, ya no aparece la novedad… la rutina se impone. No hay romanticismo ni pasión sexual, que resista tanta presión y vida familiar.

El principal órgano sexual es el cerebro... y es la actividad psíquica que en él se desarrolla, la que tanto nos puede hundir en un sentimiento anodino que parece sin retorno, como a la que podemos convocar conscientemente en nuestra ayuda.

Aunque haya sentimientos amorosos, aunque los juegos y la actividad erótica sean las que hasta ayer eran las adecuadas, cuando son vividas de una forma monótona y rutinaria, comienzan a perder fuerza y entonces, puede haber una disminución del deseo y también, del placer.
 
Esto, muchas veces puede ser vivido por la pareja de una forma un tanto dramática y pueden llegar a creer que ya no hay amor entre ellos o que algo grave les está pasando; cuando en realidad, esto no tiene por qué ser así y lo que puede estar sucediendo, es que se están enfrentando a un proceso de empobrecimiento de la relación. Este, puede ser superado, si podemos poner en duda algunas de las creencias en las que muchos hemos crecido.

Lo primero que se necesita hacer, es tomar conciencia que esta situación no tiene por qué estar poniendo en duda el afecto y los proyectos en común que los unen… y mucho menos, la continuidad de la pareja. La falta de creatividad no tiene que ver con el amor.

Identificando de esta manera el problema, como por ejemplo, aceptar que “estamos siendo aburridos en nuestra forma de vivir la sexualidad”, la seguridad en el vínculo afectivo no se verá mermada y se podrán buscar soluciones para aumentar la intensidad erótica de sus encuentros cotidianos.

La actividad sexual y específicamente, los momentos de mayor excitación y el del orgasmo mismo, son momentos en los que las personas entramos en una situación de ensoñación... en una entrega a nuestra actividad psíquica profunda, analogable en cierta medida, al momento del soñar. Ese estado de ensoñación, está poblado de imágenes: registros, escenas, que son posibles de ser percibidos por la conciencia, como son las imágenes de un sueño, cuando las recordamos despiertos.

Creadas, inventadas, copiadas o captadas, se registran en la mente y muchas personas recurren a ellas, con la intención de elevar su sentimiento erótico. A eso es a lo que denominamos Fantasías Sexuales.

Cómo funcionan las FANTASIAS SEXUALES en nuestra mente

Desde la infancia, la mayoría de la gente tiene fantasías sexuales que sirven para una variedad de funciones y que pueden despertar una amplia gama de reacciones. Algunas son placenteras y excitantes, mientras que otras, pueden resultar desconcertantes y hasta incómodas.

En la adolescencia, sirven como ensayo a acciones sexuales que aún no han ocurrido. Por eso, el adolescente pasa largo tiempo imaginando diferentes escenas eróticas con personajes de ficción o con alguien conocido, al que le resulta difícil acercarse.

En muchos casos son involuntarias y en otros, voluntarias. En algunas situaciones, las fantasías pueden actuar como estímulo; en otras, como inhibición.

Pero, por lo general, la emoción que despiertan las fantasías, son de culpa o miedo. La idea de que se está haciendo el amor con otro u otra, lleva a que las personas las detengan, ya que se sienten traicioneras.

Esas creencias pueden ser superadas y obtener a partir de ellas, “el permiso” para erotizarse; especialmente si en la vida real, no nos damos permiso para ello.

En la vida adulta, las fantasías sexuales cumplen diversas funciones, como incrementar la excitación y convertir la situación, en más apasionada. Estas, pueden aumentar la actividad psíquica y fisiológica de la respuesta sexual, contrarrestando el aburrimiento, focalizando los pensamientos y borrando distracciones o presiones, mejorando nuestra propia imagen y/o la de nuestro(a) compañero(a).

Son seguras, precisamente porque son fantasías inventadas por nosotros mismos. Su condición de inventadas, nos permite jugar con ellas y moldearlas a nuestra manera. Como excursiones virtuales, ayudan a encontrar excitación, aventura, autoconfianza, placer. En ocasiones, pueden ser compartidas con la pareja; en otras, dejadas sólo para la propia intimidad.

Pero, es necesario resguardar ciertos aspectos: me refiero al sutil límite entre la fantasía y la pornografía.


Sahira Rivera Droguett – Psicóloga
Santiago de Chile

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