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Las parejas de hoy no son como las de antes

Las parejas de hoy no son como las de antes
El aumento significativo de la tasa de divorcios, las relaciones de pareja cada vez de menor permanencia y las frecuentes crisis matrimoniales, nos obligan a replantearnos si el amor de hoy es distinto al de antes, si el amor puede durar toda la vida, que ha ganado y que ha perdido la pareja actual.

<<Hoy, los varones y las mujeres no tienen paciencia. Al primer problema, se separan…”. “Amores…¡eran los de antes! Duraban toda una vida>>La vieja concepción del amor es por muchos añorada y por tantos otros, criticada.

Las muchachas de antes, con ojos soñadores, ansiosas, aguardaban la llegada del príncipe azul para hacer realidad el deseo tan esperado, de sentirse amadas por-siempre-jamás. Mientras las damas se sentaban a esperar…los muchachos, “esos que usaban gomina”, se preocupaban por otras cosas. El amor aparecía como una concepción exclusivamente femenina. Para desilusión de nuestras bisabuelas, el “gran amor” no llegó nunca: era un imposible. La realidad les demostró que sólo se alcanzaban amores “cotidianos”. Las pretensiones disminuyeron y se perdió el deseo y la confianza de lograr grandes metas. 

De esta forma, y a lo largo de los años, se fue modificando el concepto del “gran amor” por una visión más realista y más moderna. Se adoptó la posición conformista aceptando que el amor es temporario, “hay que vivir el momento sin pensar en el mañana”. El péndulo se acercó hasta el otro extremo. Venció esa comodidad de esperar de la pareja lo que se dé, espontáneamente, sin reflexionar, ni pretender demasiado.

Los enemigos internos

En la relación amorosa, el ser humano busca fundamentalmente apoyo y seguridad. Cuando una persona se siente deseada y amada, presiente algo bueno dentro de sí. El que no es querido por nadie, piensa que tiene poco que dar. Uno se enamora de alguien que tiene algo que ofrecer. Por eso es tan importante sentirnos queridos por los demás.

La pareja es la mejor arma para combatir los sentimientos de soledad, de tristeza y de depresión que invaden a la persona. De allí que el amor ocupe un lugar privilegiado en la vida de cada uno, y se desee fervientemente que sea eterno.

Hoy, en medio del fenómeno social del divorcio, hablar de parejas eternas, del deseo de que un matrimonio dure toda la vida, es una pretensión ambiciosa.

Las épocas en las que se elegía un varón o una mujer “para siempre”, quedaron atrás. Después de casados, los problemas que aparecían en la relación se solucionaban o, en el peor de los casos, se tapaban. La presión social era grande. A las sanciones culturales y morales se sumaban las dificultades económicas de la mujer que no trabajaba.

La era del microondas

“Pronto, listo y ya”, no se puede esperar, soluciones ya, compre ya, lo quiero ya! Una vida al microondas, 1 minuto y medio y ya está. Y la pareja no se escapa a esta concepción ya casi considerada un sentimiento.

Casarse es un riesgo grande, el clásico “para siempre”, “hasta que la muerte nos separe”, en esta sociedad del microondas, es aterrador. Pero, hay otra salida, que alivia la vida de todos y todas, si la relación fracasa hay una puerta abierta: la separación.

Por un lado existe una apreciación más realista, que resulta positiva: no es tan fácil vivir en pareja, se deben sortear un sinfín de dificultades. Así varones y mujeres cuidan y atienden más la relación, y dedican un esfuerzo mayor para agradar al otro.

Pero, por otra parte la posibilidad de la separación suele impedir que la pareja realice todos los esfuerzos necesarios por solucionar sus problemas. El divorcio se vuelve la salida más fácil y rápida para no enfrentar las limitaciones personales.

El enemigo interno

En la relación amorosa, el ser humano busca fundamentalmente apoyo y seguridad. Cuando una persona se siente deseada y amada, presiente algo bueno dentro de sí. El que no es querido por nadie, piensa que tiene poco que dar. Uno se enamora de alguien que tiene algo que ofrecer. Por eso es tan importante sentirnos queridos por los demás.

La pareja es la mejor arma para combatir los sentimientos de soledad, de tristeza y de depresión que invaden a la persona. De allí que el amor ocupe un lugar privilegiado en la vida de cada uno, y se desee fervientemente que sea eterno.

Hoy, en medio del fenómeno social del divorcio, hablar de parejas eternas, del deseo de que un matrimonio dure toda la vida, es una pretensión ambiciosa.

Las épocas en las que se elegía un varón o una mujer “para siempre”, quedaron atrás. Después de casados, los problemas que aparecían en la relaci´ñon se solucionaban o, en el peor de los casos, se tapaban. La presión social era grande. A las sanciones culturales y morales se sumaban las dificultades económicas de la mujer que no trabajaba.

Pero, ¿por qué?

Es importante saber cuáles son las conductas que atentan contra la estabilidad de la pareja, ¿por qué fracasan varones y mujeres en sus intentos de relacionarse?En primer lugar, una elección errónea privilegia rasgos de carácter que con el tiempo no alcanzan para mantener una relación. Al correr de los años, las personas sufren tantas transformaciones que la elección realizada diez años atrás resulta desacertada.

Otro elemento importantísimo que perturba la relación de pareja es el modelo de amor del ser humano, muchas personas deciden convivir o se casan pretendiendo que el otro los ame en forma incondicional y para siempre “tal como sus padres lo hicieron”. Así surgen frustraciones.

Un factor que también pesa negativamente en la pareja es la confusión entre pasión y amor. Cuando el enamoramiento, junto con el deseo sexual, decrece, se produce una crisis inevitable en las parejas. Hay quienes piensan que el amor es atracción y buscan afuera, en otra persona, la pasión perdida. Pero si la pareja significa tener un aliado, un compañero o compañera para enfrentar la vida, con quien compartir alegrías y problemas, vivir en forma agradable y beneficiosa para ambas partes…no hay necesidad de separarse por el solo hecho de que la pasión disminuya. En todo caso, reavivar la llama de la pasión es motivante y seductor para mantener las brasas calientes que envuelven el erotismo indispensable de dos personas que son “mucho más que dos…”

Y por último, es importante destacar que uno de los principios fundamentales para una convivencia feliz es la fijación de reglas internas sobre el funcionamiento de la pareja y el acatamiento de ellas. Actualmente, al tener ambos los mismos deberes y derechos, es difícil establecer cuáles son las reglas que debe determinar cada miembro de la pareja. Pero para el buen funcionamiento de a dos, es fundamental poder lograrlo.


Gabriela Michoelsson (Sicóloga-Sexóloga)
gamich@multi.com.uy
094.21.28.21
www.saberdesexo.com

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