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Parejas que conviven: del amor a la posible indiferencia

Parejas que conviven: del amor a la posible indiferencia

Convivir con alguien y comprenderlo/a, implica reconocer sus gustos y necesidades personales: desde un acuerdo sexual, hasta la tolerancia de todos los días.

Llegan a la plaza: ella, de jeans y remera, empuja el cochecito del bebé... él, con idéntica vestimenta, acarrea el bolso con pañales y mamadera. De lejos, parecen casi adolescentes; de cerca, una pareja como tantas... una pareja actual.

Pero más allá de este aspecto exterior, casi informal, de la edad y de los roles que generalmente se intercambian, en su intimidad subyacen desencuentros; fruto quizás, de la falta de comunicación.

Ahora él da la mamadera al pequeño, mientras ella, sentada en el pasto, enciende un cigarrillo: una escena típica, de la que estamos ya acostumbrados a observar a nuestro alrededor. Ninguno de los dos intercambia palabra. 


Suma de conflictos

Cuando nos preguntamos: “¿cuántas son las parejas felices?”, en realidad, deberíamos preguntarnos: “¿cuántos son los individuos felices?”... porque es lógico suponer, que sólo personas con capacidad para ser felices, pueden gozar de las posibilidades que brinda una verdadera convivencia.

Si dos personas conflictuadas se unen con la esperanza de darse mutuamente la felicidad y solucionar sus problemas particulares, la tarea será mucho más dura. El decidir vivir juntos o casarse, no soluciona problemas; contrariamente: a los conflictos propios de cada uno, se le suman los que surgen de la propia convivencia.

Es muy frecuente que se llegue a la convivencia, con la secreta esperanza que todo va ir viento en popa y que los problemas propios y de la pareja se van a solucionar. Cada uno cree que “el otro”, va a cubrir sus necesidades o carencias. “El otro” es quien va a proteger, querer, servir de sostén y compañía. El problema está en que, como ambos piensan lo mismo, nunca se sabe claramente quién es el “otro”.

Cuando se experimenta un amor de tipo “romántico”, se puede caer en el egocentrismo, creando un “espacio amoroso” donde sólo tiene cabida uno mismo y las necesidades del compañero o compañera, aparentemente, no cuentan. Es en ese estado ilusorio, donde se ve al otro con todas las virtudes que uno desearía que tuviera.

En el amor “maduro”, varón y mujer tienen plena conciencia de las virtudes y defectos de esa persona amada. Porque comprender y convivir con alguien, implica también ser capaz de trascender la preocupación por uno mismo y ver al otro en sus propios términos.

Sinceridad y libertad de acción

Pedro pregunta: “¿Te vas?”
Marta: “Sí; hoy tengo taller literario.”
Pedro: “Volverás tarde, supongo…”
Marta: “Bueno… ya sabes… como todos los martes...”
Pedro: “¡Tarde entonces!... está bien (enojado)... yo me voy con los muchachos…”
Marta: “No sé qué te pasa últimamente... de novios, eras más comprensivo…"

El respeto a la libertad de acción del otro, es fundamental para la estabilidad de la pareja: permitir que cada uno por separado (y, a veces en conjunto) desarrolle toda su potencialidad de acción y superación; dejar que el compañero/a se realice, aún ayudarlo/a para que lo logre, sin ponerle trabas, acompañándolo/a y compartiendo sus triunfos.

La sinceridad juega también aquí, un papel importante. ¿Por qué, muchas veces, una vocación o inclinación que fue conocida y aceptada durante el noviazgo, se transforma (inexplicablemente para él o ella) en algo cuestionado y rotulado como una suerte de abandono?

La pareja no puede ser sinónimo de esclavitud o dependencia: pretender dominar o imponer cosas a una persona, hace que ésta se convierta en objeto de aquella. A veces cuesta comprenderlo, pero la libertad une. Cuando no es necesario renunciar a las cosas que forman parte de nuestro mundo, somos capaces de dar más y mejor.

Acuerdo sexual

Es obvio que en toda pareja, hay una corriente mutua de deseos eróticos. Cada uno siente que desearía fundirse con el otro en una relación íntima y total. Sin embargo, a veces, la represión cultural suele ser muy fuerte y muchos deseos o inclinaciones del varón o la mujer, ni siquiera llegan a plantearse.

Lo interesante sería que tanto uno como otro, así como discuten los demás problemas, plantearan también la situación sexual de la pareja: ¿obtienen ambos el goce máximo?, ¿hay cosas que les gustaría hacer o dejar de hacer en los encuentros íntimos? Tal vez alguno tiene dificultad para proponer el acercamiento. Incluso un rechazo puede ser conversado.

La pareja necesita asumir la responsabilidad de encarar la sexualidad, reconociendo con criterio amplio y maduro que los dos, varón y mujer por igual, tienen deseos y necesidades particulares. A partir de esa base, es posible encaminarse hacia distintas soluciones, si se presentan conflictos o dificultades en las relaciones sexuales.

Probablemente, para muchos signifique un gran esfuerzo vencer las inhibiciones: “no puedo evitarlo, me cuesta hablar de estas cosas íntimas con él”, por ejemplo. “Además, cuando lo he intentado, parece ofenderse o interpretarlo mal.”

A otras personas les resulta difícil aceptar el punto de vista del compañero o compañera. Sin embargo, solo si la pareja logra reconocer el deseo y la necesidad sexual, expresar lo que siente o no siente, decir lo que le gustaría y lo que tal vez no tanto, podrá satisfacer el placer sexual adecuadamente y alcanzará una mayor seguridad, liberándose por lo tanto de muchas tensiones y conflictos.

Integrar una pareja

Amor maduro, sinceridad, respeto, libertad de acción, una sexualidad placentera, comunicación sin trabas... estas son premisas fundamentales para que la pareja funcione. No hay dudas que demandan esfuerzo, renunciamientos y objetividad; pero está lejos de significar un imposible.

Sin embargo, es preciso reconocer cuando una situación de pareja se aleja mucho de lo deseado y esperable. Él llega, prende el televisor o se “sumerge” en el diario; o quizás es ella, quien prefiere leer sin intentar ninguna comunicación verbal (“¿para qué?... cuando hablamos terminamos discutiendo”): cada uno en su mundo propio, incapaz de compartirlo con el otro. Se ha formado como un hastío en la pareja, interrumpido a veces, por agrias discusiones sembradas de quejas y reproches. Se ha perdido la alegría de estar juntos, “las cosas andan mal”.

Pero, una pareja armónica, no es aquella que no tiene conflictos: es la que puede solucionarlos. Son sus integrantes, los que frente a un problema, buscan la forma de resolverlo... que pueden estar de acuerdo o no, que intentan el punto de vista de uno y luego el del otro, hasta llegar a una solución intermedia y mejore la situación.

Comentar, discutir, comunicarse, encarar, no negar la sexualidad, expresarse con claridad, asegura sin lugar a dudas, la elección amorosa y constituye el secreto de la convivencia, que, en definitiva, es… aprender a vivir de a dos.


Gabriela Michoelsson (Sicóloga-Sexóloga)
gamich@multi.com.uy
094.21.28.21

Comentarios (18)

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Comuna Mujer 15-04-2012

Muchas gracias Mariela, por tu comentario y por tu aporte. Nos gusta mucho recibir sus opiniones.
Un beso muy grande y gracias por acompañarnos.

Mariela 14-04-2012

Muy bueno el articulo, es muy cierto como cuesta a veces la comunicación en la pareja; pero pienso que cuando hay amor, y cada uno pone un poco de voluntad, se sale adelante.

Comuna Mujer 08-10-2010

Marcela, muchas gracias por comunicarte con nosotros y por tu "confesión". Qué bueno que te haya gustado la nota!... traten de llevarla a la práctica y festejen su vida en común por tantos años, con alegría. Recuerda que las crisis implican cambios y crecimiento... confien y dialoguen. Beso grande!

Marcela 07-10-2010

!!!Me gusto mucho el articulo ,justamente en un momento de mi vida que nose si es la edad o la primavera pero con mi esposo las relaciones y comunicacion esta en crisis....recien esta semana hemos sonreido,es dificil el camino y hoy estamos de aniversario(22 años)...pero yo triste ..gracias !!!!

Comuna Mujer 07-10-2010

Gracias Paula por tus palabras. Quedamos felices de saber que te gustó la nota. Nos parece un ejemplo a seguir, la relación con tu novio: es muy importante respetarse sus propios espacios y lograr esa confianza de contarse todo. Es cuestión de intentarlo... vale la pena. Un beso grande!!!

Paula 06-10-2010

La verdad me encanto el articulo, con mi novio tenemos una relacion super libre y comunicativa compartimos cosas juntos y hacemos cosas a solas pero nos contamos todo a pesar de a veces no ser de nuestro agrado, y es muy saludable, cuesta pero se puede. muchas gracias Gabriela

Comuna Mujer 27-09-2010

Muchas gracias, Noemí por tu opinión. Compartimos tu idea y creemos que no solo se da en Uruguay, sino que es una situación general: no son muchas las parejas, que se dan la libertad necesaria, para también cumplir con sus actividades individuales... la confianza debería primar. Un beso para tí.

Noemi 27-09-2010

muy esclarecedor el artículo,pero creo que todavía nos falta mucho a los uruguayos para entender el concepto d libertad individual y el "dejar ser",eso de"si amas algo déjalo libre..." no lo hemos incorporado,una pena,porque ahí está la clave de porqué las parejas con todo para funcionar no lo hacen

Comuna Mujer 20-09-2010

Gracias, querida Ana, por comunicarte con nosotros. Te agradecemos mucho tus palabras y nos quedamos felices de saber que te gustó la nota. Tal como tú dices: el convivir es un eterno aprendizaje... no es un camino fácil, pero vale la pena intentarlo. Un beso muy grande!

ana colman 19-09-2010

me encanto el articulo, es una realidad absoluta.sobre para las nuevas parejas que eligen vivir juntos conocerce tambien significa aprender a ver los defectos y virudes de cada uno. gracias por la nota excelente

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