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Parejas, ¿tolerancia cero?

Parejas, ¿tolerancia cero?

Hoy en día escuchamos que, frente a sus diferencias, las parejas ya no tienen la misma tolerancia que antes… que apenas empiezan los problemas de convivencia, deciden dejar de apostar por esa relación y rompen el compromiso asumido, sin pensarlo demasiado.

Vemos matrimonios que duran muy poco, convivencias que no pasan de pocos meses y en muchas personas, cada vez más resistencia a vivir con alguien. Se prefieren incluso parejas con “cama afuera”, que estar haciendo el esfuerzo de compartir toda la vida con otra persona. 

Siempre planteo que todas las opciones son válidas, pero, a veces, las personas se quejan de que quieren dar ese paso, pero no encuentran alguien adecuado como para jugarse... o si lo dan, se decepcionan rápidamente de la otra persona.

¿Qué es lo que genera esto?
Hay varios factores que intervienen en estas decisiones. 

Uno  de ellos, es que cuando las personas perciben más posibilidades en “el afuera”, se ponen más exigentes a la hora de tratar de mantener o recomponer su pareja. Les resulta más fácil pensar en probar con otra persona, que tomarse el trabajo de intentar hacer funcionar la relación en la que están. Es parte de la cultura general que se genera con todas las cosas y ahora, se extiende también a las personas. 

Antes arreglábamos los electrodomésticos cuando se rompían… ahora, los cambiamos rápidamente. Los muebles lo mismo: duraban toda la vida… incluso la ropa… todo tenía más larga duración. Ahora todo tiene fecha de vencimiento y a corto plazo.

Hoy la cultura de “busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”, se extiende también a las conquistas amorosas.

Este cambio en las posibilidades, está dado por dos factores importantes: uno, es el cambio en el rol de la mujer, donde ahora es independiente, trabaja fuera de su casa y por tanto, al no depender del hombre, no está tan dispuesta a apostar a una relación que no la colme. Y el otro factor, es la real posibilidad, para ambos sexos, de conocer más gente a través de los lugares donde trabajan y frecuentan; y por supuesto, todo lo que se amplió por intermedio de las redes sociales, chats, etc. La gente ahora conoce personas a las que antes era inimaginable acceder. Y en ese proceso, es muy difícil apostar a quien se tiene a mano, cuando hay tantas chances latentes por ahí.

Todo esto sumado a que, muchas veces, se dan, concomitantemente en las parejas, problemas económicos o de otra índole, que llevan a que las discusiones surjan con mayor frecuencia y los problemas se empiecen a ver como “incompatibilidades insuperables” en la pareja. En otro momento se veían como crisis o como problemas a solucionar.

Hoy se es más drástico: se piensa que son incompatibles y ¡a otra cosa! Esto hace que no tengamos la misma paciencia ni tolerancia, frente a los problemas que surgen. No tratamos de solucionarlos… ¡abandonamos el barco!

La capacidad de resolver problemas, sin duda es algo que las parejas deben desarrollar para poder convivir, pero esto no quiere decir que no sea esperable que, a veces, tengan problemas.

Una paciente hace poco me dijo, que era la primera psicóloga que le planteaba que tratara de solucionar los problemas que tenía con su pareja de casada de más de treinta años; que otras que había consultado, le decían que se divorciara… que yo era ¡“pro pareja”! 

En verdad no me defino como “pro pareja”… depende de la situación; en este caso, el razonamiento es que si una relación funcionó durante tanto tiempo, es probable que sea más sencillo arreglar las diferencias que puedan haber surgido ahora, que pensar en probar compatibilidades con personas que no conoce en lo más mínimo. Partiendo por supuesto de la base, de que ambos se quieren y están dispuestos a tratar de buscar la solución.  Si no, ya es harina de otro costal.

Cuando las personas viven mucho tiempo juntas, suelen no ser conscientes de la cantidad de camino que tienen allanado… de todo el proceso que tienen ganado. Piensan que eso es algo normal, que se da con cualquiera y se llevan verdaderas sorpresas cuando ven que con otras personas, surgen problemas que ni si quiera podían imaginar, ya que con su pareja lo tenían resuelto naturalmente.

Recuerdo un paciente bastante mayor y muy exitoso en su profesión también, que una vez me dijo: “yo me casé una vez sola, porque me di cuenta que si ante el menor problema me iba a separar, iba a tener una seguidilla de matrimonios y con ellos, todo lo que conlleva cada separación… porque en definitiva, siempre va a haber problemas a solucionar con cualquier persona con la que uno tenga una relación.” Me pareció sumamente inteligente de su parte. Había logrado desarrollar la capacidad de resolver los problemas que se le habían presentado en su relación y además, fortalecido sus sentimientos hacia su pareja, con el paso del tiempo. Eso le dió estabilidad en su pareja y también, le permitió desarrollarse muy bien en otras áreas, donde contaba con la ayuda y apoyo de la persona por la que apostó para su vida.

El pensar que una relación de pareja está exenta de problemas, es tener una gran dosis de fantasía y no vivir en la realidad.  Siempre que dos personas decidan asumir este compromiso, van a surgir varios temas a solucionar y negociar. No podemos olvidar que vienen de hogares distintos, donde las enseñanzas, costumbres, tradiciones, experiencias, son diferentes y van a tener que buscar adaptarse para poder llegar a buen puerto. Si ante la más mínima diferencia estamos pensando en apostar a otra cosa, jamás vamos a estar conformes con nada. Y es bastante desgastante, también: si bien a corto plazo puede parecer placentero, a la larga es frustrante no encontrar nadie con quien sentirnos compatibles y poder enamorarnos.

Es como si en vez de “comprar”, “alquiláramos”. Por ejemplo, cuando uno compra una casa, la arregla, la mantiene, le dedica tiempo para su cuidado, se preocupa, etc. En cambio cuando alquila, no le preocupa demasiado: por más que viva en ella, no siente ese compromiso de mantenerla en buen estado, porque no la siente suya. Y ante el menor contratiempo, se muda.

Con las relaciones es similar: según el grado de compromiso que la persona asuma, va a apostar más o menos a dicha relación… y le va a brindar dedicación o no.

Esto no quiere decir que tengamos que conformarnos con relaciones que son malas o que no nos hacen felices. No… ¡en lo más mínimo! En esos casos no hay que convencer a nadie, porque la convivencia es insostenible y lo mejor es separarse: esas son las verdaderas “incompatibilidades”.

Lo que apunto no es a esos casos, sino a que no se puede vivir de ideales, porque éstos no existen. Están para que podamos trabajar para acercarnos  a ellos. 

Hace poco vi una película muy buena, donde le cambiaban todos los finales a los cuentos de princesas que leíamos de niñas y les daban un final muchísimo más real. Me pareció excelente, porque si no, parece que la vida es mala si no se da aquello de los cuentos o películas que veíamos, donde siempre terminaban con la frase: “fueron felices para siempre”. Y estaban los malos y los buenos totalmente diferenciados, justos e injustos, generosos o  egoístas, etc… cuando la realidad es que en todas las personas, conviven esas facetas en alguna medida; porque somos humanos, no máquinas perfectas.

Si tenemos una buena dosis de sentimiento (amor) por la otra persona, que nos llevó a apostar en algún momento por ella, entonces pongamos “toda la carne en el asador” para que funcione. No pensemos qué puede hacer esa otra persona o la relación por nosotros, sino al revés: qué podemos hacer nosotros por la relación... ¡poner lo mejor que tengamos!... asumir ese compromiso.

Ser conscientes que las parejas tienen momentos altos y bajos, y que un momento bajo no implica una ruptura, sino una alerta para poner manos a la obra y recuperar lo que está flaqueando.

Si no apostamos de esta forma más completa, nos transformamos en personas desconformes con todo, donde jugamos a la ley del mínimo esfuerzo y encima, queremos que nos salga bien. Pensamos que tiene que haber algún ser en el mundo, con el cual fluyamos naturalmente en todas las cosas y vamos tras él.

Y la verdad que, si por arte de magia, esto llegara a suceder, seguramente ¡nos aburriríamos! Una relación así, tampoco nos enriquece. Porque en esa relación, existe una persona en vez de dos: una que se anula y solo se deja llevar por la otra, y no dos que se complementen, como debe ser.

Así que cuando conozcan a alguien que consideren que vale la pena, si su idea es apostar a un compromiso en serio, pasen tiempo con esa persona, dedíquenle, conózcanla de verdad; y luego, si en ese tiempo surge el sentimiento como para querer apostar a algo duradero, entonces ¡embárquense con todo en ese compromiso! No dejen nada guardado por las dudas… y desechen todos los “planes B”, por si este no funciona. Hagan de cuenta que es este el único plan y ¡apuesten a eso!

Si luego de haber hecho todos los esfuerzos no funciona esa relación, den por seguro que se van a retirar tranquilos de ella, sabiendo que no fue una falla de ustedes… que dieron lo mejor de sí. Y ahí estarán recién prontos para apostar a otra persona.

Y si sucede al revés y funciona, entonces la recompensa sin duda va ampliamente a valer la pena: van a sentir que cuando de verdad se quiere, se puede… que no es una utopía sentirse feliz en pareja, que es posible y verdaderamente valioso cuando lo logran. Lo único que hay que superar, es esa idea de felicidad permanente y sin problemas de ningún tipo, todo el tiempo.

Los invito a que cada uno piense qué es lo que quiere para su vida y luego, ponga manos a la obra para llevarlo a cabo.

Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Mail: ensil@adinet.com.uy

Comentarios (5)

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Comuna Mujer 25-05-2015

Gracias Ana, por comentar! Un beso grande. :)

ana montero 24-05-2015

Muy lindo.

Comuna Mujer 22-05-2015

Gracias queridas amigas Adriana y Sandra, por sus mensajes. Adriana, creemos que uno siente cuando ya una relación no da para más... cuando se pierde el respeto, se da paso a la incomprensión y el ya no sentir nada por la otra persona... uno en el fondo, siempre se da cuenta.
Como dice nuestra amiga Sandra, mientras la pareja esté en paz y satisfecha, vale la pena seguir adelante. Les mandamos muchos besos a los dos y les agradecemos su aporte.

Sandra Hernández 22-05-2015

Es un tema tan complejo, como complejos y únicos somos cada uno. Para mi, cualquier plan está bien, mientras ambos se sientan satisfechos y tengan paz. Nota como para debate eterno!!

Adriana 20-05-2015

Buenísimo el artículo!! Siempre me pregunto: cuál es el límite entre la "tolerancia" para luchar, salir adelante y acomodarse con la pareja y el "soportar", que termina resultando desgastante?

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