Hablando hace pocos días con indígenas (sabios ellos), me decían que algo que les preocupaba mucho de nuestra sociedad, es que cada vez los seres humanos nos hacemos menos preguntas en el día.
La verdad es que cuando me lo dijeron, me hicieron conectarme con situaciones que yo estoy viviendo en estos momentos, que me tienen caminado por mi libro del “bienvenido dolor” y que por estar triste, me hago muchas preguntas en el día.
En general, ellos planteaban que cuando uno está triste, se contacta con los aspectos más importantes de la vida y por lo tanto, la posibilidad de reflexionar se hace más conciente y aumentan las preguntas en forma natural.
Todos, en nuestros estados cotidianos, tendemos a funcionar como en automático: desde que despertamos y durante el día, son pocas las preguntas que nos hacemos. ¿Qué te pones de ropa?, ¿cómo amaneciste?, ¿cómo estás?, ¿necesito cambiar el auto?, ¿tengo hambre... necesito comer?, ¿está feliz mi mujer/mi marido/mis hijos?, ¿soy feliz yo?, ¿mi hijo necesita un celular?, ¿necesita un cuarto par de zapatillas?, etc. Son muchas las preguntas que debiéramos usar todos los días para saber si uno está en plenitud o no y sobre todo, me parece importante el tomar conciencia que al no hacernos las preguntas, no nos estamos haciendo cargo de nada.
Es como sentir que cada día vivimos el día que nos tocó vivir y no el que nosotros estamos decidiendo. No decidir también es una decisión, que por supuesto nos lleva a la negación y a evitar mirarnos a nosotros mismos.
En realidad, la profundidad de este tema, es que
el miedo nos llena de miedos y nos lleva a evitar las preguntas: no porque ellas nos den miedo, sino que lo que nos aterra son las respuestas... ya que con ellas y no con las primeras, tenemos cosas que decidir y ejecutar, y eso evidentemente la gran mayoría de las veces, tiene altos costos emocionales.
Por eso los invito a realizarse varias preguntas al día: tengo la sensación que muchos de ustedes se van a angustiar, otros tomarán conciencia que hace mucho tiempo que no se preguntaban nada y otros, sentirán la maravillosa liberación de sentir que la vida que uno tiene, la tiene que construir libremente y todo tiene que ser sometido a una pregunta independiente, donde yo sepa que hay cosas que tengo que hacer sin ningún espacio de libertad:
el hacer que la decisión vuelva a mi, parece ser un espacio sano y revitalizador de mi salud mental.
Pilar Sordo
www.pilarsordo.cl