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Si no contesto al whatsapp puede ser porque no puedo… o simplemente, no quiero

Si no contesto al whatsapp puede ser porque no puedo… o simplemente, no quiero

La coacción emocional a la que nos someten las tecnologías de la inmediatez como el whatsapp, está acabando con los principios de una buena comunicación. Es habitual encontrarse en numerosos conflictos, con personas que exigen cierta fluidez en la conversación.

No estamos obligados a contestar pero, sin embargo, moralmente se nos presiona para ello. Esto termina por “quemarnos” y hacer de nuestros contactos con los demás, una verdadera odisea.

Por ello, conviene elaborar estos derechos tecnológicos y hacer valer nuestros deseos. Empecinarnos en cumplir las expectativas de los demás, acaba por agotarnos, intoxicarnos y mermar nuestra identidad.

¿Quién no ha sentido alguna vez que se le cuestionaba por su manera de contestar los mensajes? ¿Quién no ha sido presionado o no ha sido víctima de las prisas de los demás? ¿Quién no ha sentido que las redes sociales, estaban acabando con su intimidad?

Contestar o no es tu decisión

Contestar o no es tu decisión

Tenemos el derecho de no contestar si no queremos o, en su caso, de hacerlo cuando nos convenga. Asimismo, conservamos este derecho para publicar en nuestras redes sociales lo que queramos. Abundan en la red, ejemplos de personas que han decidido tomarse un descanso y salir del mundo del whatsapp y otras aplicaciones, con el objetivo de aliviar su vida y brindarse un poco de paz.

Con su acción, pasaron a ser criticados y cuestionados por muchas personas. No contestar, no es “ser un antisocial” o “un desconsiderado”, como muchos quieren hacernos creer… simplemente, estamos haciendo uso de nuestros derechos.

“No debemos prestarnos a la tiranía de las nuevas tecnologías, pues hacerlo es dejar morir nuestra voluntad.”

La vulnerabilidad psicológica ante el Whatsapp

La vulnerabilidad psicológica ante el Whatsapp

Lo que estamos tratando en este artículo, no afecta por igual a todas las personas. De hecho, la vulnerabilidad psicológica, depende en gran medida de las características de personalidad o los estados emocionales que definen a la persona en ese momento.


En esta dirección, han aparecido algunos estudios que pretenden explicar la adicción y el tratamiento inadecuado de las nuevas tecnologías. Estos apuntan a perfiles definidos por:

Baja autoestima: las personas con una mayor tendencia a buscar apoyo en los demás y con una necesidad alta de aprobación social. Debido a estas necesidades, es habitual que se haga un uso inapropiado del teléfono móvil.

Extraversión: las personas extrovertidas, suelen buscar situaciones sociales particulares, que generan un uso inadecuado del teléfono.

Impulsividad: la baja capacidad de reflexión sobre las consecuencias de una acción previa a su realización, suele provocar comportamientos inadecuados para con los demás.

Podemos entender, pues, que las personas que tienen gran dependencia de las tecnologías y que, por ello, presionan a través de las redes, poseen alguna característica de las comentadas anteriormente. Así, recordemos en este punto, que la presión social es una cuestión aprendida y que la necesidad de contacto permanente con los demás, favorece una percepción totalmente subjetiva de proximidad.

Por ello, es esencial que valoremos esto y que recordemos que si no nos contestan, no quiere decir que no nos aprecien o no quieran tener relación con nosotros. Una persona que no contesta al whatsapp, puede estar durmiendo, viendo la televisión, leyendo un libro, comiendo, respirando o simplemente, ¡viviendo!

Puede que no le apetezca contestar o que no lo vea necesario. Por ello, no debemos angustiarnos ni hacer atribuciones sobre ello. Esto no significa que nos den más o menos importancia; la lectura más saludable sobre esto, es que los demás son personas libres con derechos. Todos podemos decidir si queremos o no queremos ser esclavos de la tecnología.

No tenemos la obligación de estar localizables o en disposición de mantener una conversación en cualquier momento. Por eso, es bueno que mantengamos el control sobre nuestra vida y no permitamos que las redes sociales monitoricen nuestra vida. Si pensamos sobre ello y establecemos los límites que queramos de manera asertiva, nos invadirá una sensación de libertad emocional maravillosa.

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